Libre Pensar Opinión

Ardid ONU/EE. UU. a RD

Ardid ONU/EE. UU. a RD

Oscar López Reyes

(II)
Para no perder a la patria, los dominicanos estamos compelidos a mostrar resistencia rebelde, echando al zafacón la percibida quietud e inmovilismo frente a la Organización de Naciones Unidas (ONU), Estados Unidos, la Unión Europea, las Ong mercenarias y los pajes ideológicos adocenados frente a los que pretenden imponernos, cual el antiguo imperial régimen zarista ruso (antes de los bolcheviques), decisiones desde fuera respecto al colapso de Haití.
En 2013, el presidente Danilo Medina Sánchez se doblegó como un vasallo feudatario de la peor laya.

A la sazón, dictó el contradictorio decreto que dotó al país de una regulación migratoria, coincidiendo con la llegada de integrantes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que apresuradamente cuestionó la patriótica sentencia 168/13, del Tribunal Constitucional, que sólo reconoce como nacionales a las personas nacidas en territorio dominicano de padres dominicanos o residentes legales.

Días después, representantes del Congreso de Estados Unidos remitieron una carta al jefe del Estado dominicano, reclamándole que no ejecutara el referido fallo y que, con precisión, valentía y respeto, fue contestada por el entonces diputado de la Fuerza Nacional Progresista, Pelegrín Castillo.

Ciertamente, un plan de regularización ofrece la oportunidad a los extranjeros ilegales de obtener residencias permanentes, temporales o de no inmigrantes, como en otros países, y más adelante optar por la naturalización, cumpliendo requisitos pre-establecidos. Ahora bien, ¿ya los haitianos fueron dotados de actas de nacimiento? ¿De la noche a la mañana, cambiaron ellos su parecer y actitud, y ahora se acogerán a la mentada regulación? ¿cuántos miles de millones de pesos se esfumaron en el anterior proceso?.

Las relaciones domínico-haitianas se ponen más tensas con el transcurrir de las fechas, alimentadas -primero- por la desinformación mal intencionada en torno a la referida sentencia, y -segundo- porque la ONU, Estados Unidos y todos esos artefactos/trampas de los denominados Derechos Humanos, les meten más candela al fogón, buscando reforzar la geopolítica del imperio de que, por supuestas razones humanitarias, acojamos a todos los que ilegalmente crucen la frontera.

La República Dominicana ha dado albergue a cientos de miles de ilegales haitianos, en perjuicio de la población nativa, y ya no soporta a más forasteros. Nadie, y mucho menos organismos parcializados, puede venir a imponernos decisiones que vulneran la voluntad libre de los dominicanos.
Y ¿qué quieren esos “derechos humanos”?.

¡Agua mamá, agua papá! En los primeros siete meses de 2023, Estados Unidos deportó a 2,684 dominicanos, que cuadruplica la cantidad del 2022, ascendente a 736. España ha devuelto a miles de marroquíes, y en otros territorios han hecho lo mismo. Extraña que ningún gobierno ni organismo internacional los haya sancionado, y ni siquiera reprochado.