No le veo la gracia a las orquestas y agrupaciones de música bailable que se pasan el año amenizando fiestas en discotecas todos los días de la semana, y que para culminar la jornada anuncian un concierto o espectáculo de teatro, donde solo ofrecen más de lo mismo.

Se presentan en el Teatro Nacional, o en Teatro La Fiesta del Hotel Jaragua, sin una producción que justifique la convocatoria.

Pretenden que la gente pague para verlos tocar un set de baile cotidiano.

Esas pretensiones no pasan de ser un baile con luces, adornado con bailarinas, efectos de humo y gráficos en pantalla. A eso se reduce la propuesta.

Se agrega ahora el recurso de tener invitados.

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Pienso que deberían emplearse con un poco de creatividad, para motivar el interés de la gente y no limitarse a untarle más mantequilla al pan con mantequilla.

Lo peor de todo es que hasta pretenden que se les premie los sets de baile que llevan a los teatros, cuando no han hecho nada que lo justifique.

El errado criterio con el que muchos articulan su puesta en escena debería ser replanteado.

Para ello es necesario contar con el diseño de producción de profesionales de la puesta en escena.

Los productores de espectáculos no deberían faltar en el diseño de esas propuestas que se anuncian como especiales.
Se debería diferenciar lo que es un concierto y un espectáculo, que con frecuencia se confunde.

Hay intérpretes que mantienen una rutina tan esquematizada que cuando inician su show arrancan con la misma canción y ya se sabe con cuál van a terminar. Lo hacen de manera invariable, sin hacer caso a algo que aprendí de Yaqui Núñez: “hay que nacer cada día en el interés de la gente”.

Por: Joseph Caceres
josephcaceres.net