Opinión

Balaguer

Balaguer

Orlando Gomez

He tenido el privilegio de tener en mis manos una copia avanzada de la novela “El niño que no tuvo un tambor”, basada en la vida del Dr. Joaquín Balaguer y de la autoría de mi madre Cornelia Margarita Torres. Es poco probable que el libro cambie las opiniones que ya cada quien tiene formadas respecto de Balaguer por que realmente no parece ser su intención; de hecho este refleja los mismos matices de grises del personaje que cubre, donde cada quien lo ve conforme a lo que desea ver. Lo que sí me provocó la novela fue reflexionar sobre el presente.

Balaguer, para bien o para mal, dedicó una parte significativa de su vida al poder, sea administrándolo o buscándolo. Representó todo lo que fuera necesario representar con el único propósito de alcanzar o mantener el poder. No hubo una idea o principio demasiado valioso para preservar o sostener, si este no se ajustaba a la necesidad de lograr el poder, cualquier idea o principio podía hacerse a un lado.

Si ese pragmatismo populista parece familiar, es porque este es justo a lo que ha degenerado la política dominicana. Los principales partidos políticos de nuestro país pueden alegar tener sus fundamentos en las ideas de Bosch o Peña Gómez, pero la práctica es puramente balaguerista.

República Dominicana ha encontrado en Balaguer el norte ideológico de su política como lo ha sido el Peronismo en la Argentina; con la única diferencia de que ese balaguerismo no se refleja en los discursos, como ocurre con el peronismo argentino, sino en la ardua práctica. Esto es interesante, considerando las buenas relaciones personales que tuvieron Perón y Balaguer.

El balaguerismo puro implica el enfoque en el líder y en su culto personal para la búsqueda del poder por el poder mismo. Los objetivos programáticos y los planes del ejercicio del poder son cualesquiera que sean necesarios para preservar el poder en el corto y mediano plazo. Naturalmente. Este enfoque puramente balaguerista del ejercicio de las funciones del Estado tiende a fortalecer a los líderes en detrimento de la salud de largo plazo de nuestras instituciones.

Balaguer puede que haya muerto hace casi 17 años, pero vivimos y somos gobernados, desde el oficialismo y la oposición, como si este estuviera participando en ambas canchas. Es justamente esto lo que explica el perpetuo tranque político en el que parecemos estar donde las caras de hace 20 años serán las caras de dentro de 1 año.

La novela de mi mamá, Cornelia, “El niño que no tuvo un tambor” tanto en sus narrativas ficticias como en sus relatos reales parece aterrizar a la realidad, y en cierto modo desmitificar la figura de Joaquín Balaguer, dándole un lado humano mucho más interesante para analizar y comprender, contando no solo una historia interesante de nuestro pasado, sino una muy importante para analizar nuestro presente. La novela será puesta en circulación en la noche de hoy.

El Nacional

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