En el inicio del 2024, por segundo año consecutivo, se agudiza la situación de las exportaciones de banano del país. “Hoy la República Dominicana está exportando por debajo de los 200 contenedores por semana, lo que supone una disminución de más de un 50 por ciento”.

Esta información la revela el grupo Banamiel de la Línea Noroeste en carta dirigida a sus accionistas sobre la trágica caída de la producción bananera, que viene agudizándose desde mediados del año 2023, ocasionada por el impacto inesperado del ácaro (¡gracias a Dios que no es el Fusarium raza 4!) y las adversidades climáticas.

La producción en las fincas está por debajo de los mínimos históricos, circunstancia esta que se recrudece por la baja productividad, y que complica más la dificultosa recuperación.

Pero lo más preocupante es que muchos productores vienen migrando y su producción la dirigen al mercado local creando una mayor presión a los exportadores; también el cambio de cultivo por otros, ha ido generando una caída imprevisible en la disponibilidad de la fruta.

Cada día aumenta la turbación y el desasosiego de forma alarmante; en todo caso, la mayor alarma es que los volúmenes de exportación sigan cayendo en el corto plazo. Como suele ser, de forma dadivosa sale el Gobierno repartiendo 140 millones de pesos a Adobanano, una proporción ridícula que podría catalogarse de endeble por la magnitud del problema de un subsector tan importante como generador de divisas.

Es decir, llegan como los bomberos a apagar la flama cuando los productores tienen viejas urgencias reclamando recursos oportunos para renovar plantaciones viejas y agotadas, mantener los programas de fertilización y control de malezas, plagas y enfermedades.

Es la realidad evidenciada del horrible desamparo en que ha caído el agro nacional en este Gobierno, cuya institucionalidad ha sido reducida a la estructura de una ONG.