En la medida que más sabemos del universo surgen más preguntas fascinantes sin respuesta aparente. Por ejemplo, el universo es asombrosamente misterioso y terriblemente vacío, donde apenas hay un átomo por kilómetro cuadrado.
Y así como el tiempo no deja de avanzar, también el espacio sigue creciendo a cada momento en todas direcciones, tal vez a razón de mil kilómetros por segundo. De hecho, tiempo y espacio son dos caras de una misma moneda cósmica.
El imponente tamaño del universo es inconcebible para la mente humana. Imagínese, querido lector, que el Sol mide 2 centímetros de diámetro. En ese caso, la Tierra apenas mediría como una mota de polvo y Plutón sería invisible.
Si colocásemos el Sol en el home del estadio Quisqueya, la Tierra estaría a unos 4 metros y Plutón a dos cuadras del estadio. En esa misma escala, la estrella Próxima Centauri, la estrella más cercana a nuestro sistema solar se ubicaría cerca de Baní, en tanto que la estrella Sirio habría que localizarla a la mitad de Cuba.
Si queremos ir más allá, sepa que la estrella Betelgeuse se ubicaría casi en la Luna. Viajando a 50 mil kms por hora, llegar hasta allá nos tomaría un billón de años.
El universo es extraño, paradójico, absurdo, pero es nuestra casa, que comparte vecindario, puerta con puerta, con millones de universos más, en el llamado Multiverso, cual un grueso racimo de uvas que se engrosa más y más.
Una hipótesis sugiere que los universos se crean y se destruyen por miles de miles a cada momento, como pompas de jabón y que pueden comunicarse siempre y cuando se disfrute de la tecnología para hacerlo. ¿Qué le parece?