Noción de vivencia
Señor director:
Hay disposiciones desde el Estado de derecho, que pueden traer quietud, así como inquietud, y lo es –a nuestro juicio-, toda cuestión del siglo, de los hombres y de las mujeres que son personajes para el escrutinio histórico.
Es por esto que, creo que la mejor fuente aprovechable para conocer el hacer, el vivir, y el existir de una persona, debe estar primero reconocible por sus vínculos con la comunidad, con énfasis a su humanidad, una humanidad que puede ser cuantitativa y cualitativa y, en principio, no sólo reducida a su ámbito general, universal, sino también en contraposición con su ámbito micro-colectivo.
Es por ello, que apelo a la «noción de vivencia» (Er lebnis) para que alimentemos lo perdurable, sin exceso de tomar parte como protagonista de primer orden, ya que el mundo humanístico tiene que ser liberado de las obstrucciones que impiden re-escribir la historia familiar, tangible e intangible, y patrimonial, allende de cualquier control que puede fragmentarla, destinándola a divorciarse con lo que fue, con lo que es, con lo que se cree que fue, y con lo que fue desde las ceremonias de la desmemoria.
Estas palabras preliminares son el autógrafo de mi voz que fluye sin exceso de problematizar la ideologización del pasado desde las identidades, ya que sé que los «hechos» puros son imposibles, así como disponer de una crónica que se observe, a su vez, como «pura».
Es por ello, que procuro que se haga una exploración histórica de la «noción de vivencia» (Er lebnis) que tiene esta comunicad de la Urbanización Tropical que se asienta en la denominación toponímica de «Calle Baní», en el sentido de: cuáles han sido las nociones de convivencia colectiva del pasado y desde 1968 al presente, cómo se emprendió la conformación de sus atributos como espacio de vivir; quiénes fueron los primeros que incursionaron como pioneros para homogenizar las redes afectivas, culturales, ideológicas, sociales, éticas, ambientales, humanas y espirituales que se entretejieron; qué les atraía como acontecimientos; en qué aspectos pluriculturales y polivalentes incursionaron, para elaborar un grueso de testimonios que se aprovechen como fuentes que masivamente se divulguen.
Lo que propongo no es una exégesis para crear simples «visiones», sino un llamado abierto a que hagamos narraciones que nos permitan hacer los contornos de la historia barrial y del desarrollo histórico de una comunidad que se asienta en una calle, nombrada «Baní», con una «larga duración» de cincuenta años.
Atentamente,

