Carta de los Lectores Opinión

CARTAS DE LOS LECTORES

CARTAS DE LOS LECTORES

Perdimos a una maestra
Señor director:
La comunidad educativa acaba de perder para siempre a Altagracia Flores, una verdadera maestra que sirvió durante décadas al sector público del sistema de enseñanza público. Se retiró jubilada, pero continuó ejerciendo docencia hasta su muerte el pasado 11 de agosto en curso. Con el peso de los años a cuesta viajaba de Santo Domingo al interior del país contratada por una ONG para hacer acompañamiento y orientación de educación especial en los primeros grados de básica, labor que desarrolló como de costumbre con eficiencia y eficacia, poniendo al servicio de los niños y niñas su experiencia cognitiva y sus habilidades pedagógicas. Como miles de educadores/as de su generación y de hoy, ejerció su trabajo en el anonimato, sin reconocimiento de nadie más allá de su centro educativo y de su comunidad, pues no hay tradición de que el sistema educativo, (ni distritos, ni regionales ni la sede central del ministerio) reconozcan a sus servidores más destacados en la delicada y compleja labor de enseñar.
Altagracia Flores, educadora de carrera y de vocación, humanista de cuerpo entero, reunía todas las condiciones inherentes a un buen educador/a. La escuela San Martin de Porres se privilegió al tenerla en su personal durante la mayor parte de su accionar pedagógico publico formal. Madre ejemplar, que legó a su amada patria una decena de hijos/as., educados bajo su sabia orientación y guía de madre y de maestra.
Los integró a la sociedad y son hoy hombres y mujeres de bien, que imitan su paradigma. Católica por convicción toda su vida, dio y recibió apoyo en la iglesia de su comunidad, casa de oración en la que recibió una eucaristía de cuerpo presente previo a su cristiana sepultura. También abrazó con éxito, la labor comunitaria decente, descollando como tal, como cofundadora del Espacio de Coordinación Comunitaria de Guachupita, organización de 2do nivel que le sumó respeto y consideración de su comunidad.

Su bien ganado afecto como maestra de calidad y de buen trato, poner sus oídos y sus ojos en el corazón de su comunidad, ser ejemplar madre y esposa, y efectiva dirigente comunitaria fueron el compromiso común para que tanta gente se interesara por verla por última vez y darle su definitivo adiós a aquella auténtica Maestra, dignificante mujer, excelsa madre, valiosa dirigente de la comunidad y ejemplo de ciudadana correcta y respetuosa en abundancia. Paz a su alma, y resignación para su honorable familia.
Atentamente,
Lic. Santiago Martínez

El Nacional

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