La envidia.-
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La envidia manifiesta es tan lejana en el tiempo, tal el origen de los seres humanos, por lo que Aristóteles tuvo que referirse a ella como el dolor que causa la prosperidad de los demás, y sería consustancial al hombre, independiente del momento histórico y social en que se analice esta afección psicológica.
La historia, cierta o no, que se remonta al siglo XVIII, narra la rivalidad entre dos genios de la música, el italiano Antonio Saliere y el austríaco Amadeus Mozart, atribuyéndole al primero haber envidiado al segundo.
Se ha dicho, que durante su agonía y en su lecho de muerte, Saliere confesó haber envenenado a Mozart, quien falleció en 1791 con apenas 35 años. Salieri expiró en 1825, con 74 años y demente.
Según algunos autores, la envidia conlleva a una conducta errática que podría ocupar un lugar en los genes, aunque en ciertos casos llega a cotas insufribles para ellos y temibles para los que les rodean.
Para el prestigioso psiquiatra cordobés Carlos Castilla del Pino (1922-2009), la envidia es una condición intratable e incurable. Para otros, el asunto no es tan pesimista, si cuenta varias condiciones.
Para los psicoterapeutas que intentan interpretar y tratar la envidia, entienden que el portador de esa afección debe admitir su propia identidad, con sus limitaciones y cualidades, con sus “resistencias y defensas”.
El doctor Richard Smith, psicólogo e investigador de la universidad estadounidense de Kentucky, ha dicho que la envidia podría llegar a constituirse en un grave problema colateral de salud pública.
Afirma Smith, que la referida condición psicopatológica es de tomar en serio «si tenemos en cuenta la validez general de los hallazgos encontrados al respecto en Facebook”, una red social muy popular.
Por: Anulfo Mateo Pérez
anulfomateo@gmail.com