El cerco contra el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, se ha tornado más estrecho tras las presiones de Estados Unidos, la Unión Europea y otros países que le reclaman no solo las actas de su presunta victoria electoral, sino el cese de la represión. La declaración conjunta suscrita aquí por 18 países coloca a Maduro contra las cuerdas.
El mandatario, en lugar de divulgar las actas que avalarían su supuesta victoria, se ha atrincherado en el poder y tildado los reclamos como parte de una conjura fascista para desalojarlo del poder. La expulsión de Venezuela del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y la negativa a otorgar salvoconducto a seis personas asiladas en la embajada de Argentina han aumentado las críticas contra el Gobierno.
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Maduro fue proclamado ganador de los comicios cuando supuestamente se había computado un 80 % de las actas electorales, pero sin mostrarse prueba alguna. La oposición dice tener pruebas de que ganó las elecciones, pero que Maduro, ahora más acorralado, insiste en permanecer en el poder a las buenas o a las malas, con lo que ha provocado una atmósfera de incertidumbre.