Es considerado el padre de la Teoría de la Evolución, una de las teorías científicas más importantes y de mayor trascendencia en la historia de la humanidad. Darwin y Alfred Russel Wallace propusieron el concepto de selección natural como base de la evolución de todas las especies que han vivido y viven en nuestro planeta. En las escuelas del país deberían organizarse seminarios y debates sobre este tema, en lugar de seguir dando como válido el relato bíblico del Génesis.

Darwin nació en Shrewsbury, Inglaterra, el 12 de febrero de 1809 y falleció muy probablemente a consecuencia de una patología vascular coronaria y cerebral el 19 de abril de 1882. Sus restos se encuentran en la abadía de Westminster, junto a los de Isaac Newton. Se embarcó en el HMS Beagle y viajo durante cinco América del Sur, África y Oceanía, donde pudo estudiar y recolectar muchas especies tanto marinas como terrestres a partir de las cuales planteó la teoría de la evolución.

Cuando, en 1859, Darwin acuñó el evolucionismo, la Iglesia pegó el grito, y su postura fue vista por muchos cristianos como un ataque frontal a la visión del mundo y del hombre que está en la base de la fe cristiana. Si Copérnico había desalojado al hombre de su puesto central en el cosmos, Darwin parecía ir todavía más allá, privándolo de su misma especificidad, y reduciéndolo a un anillo más de la cadena evolutiva.

“No somos dioses ni hijos de ningún dios”Hay multitud de evidencias (paleontológicas, anatómicas, fisiológicas, genéticas, etc.) que respaldan la idea de que las especies que han poblado y pueblan nuestro plantea (incluida la especie humana) proceden de un organismo único, y que han evolucionado a través del tiempo transmitiendo a sus descendientes diversas variaciones genéticas que, le han proporcionado ventajas a la hora de sobrevivir en un entorno cambiante.

La posibilidad de conciliar el evolucionismo con la doctrina católica, todavía resulta difícil. Empero, cuando se abrieron los archivos de la Congregación para la Doctrina de la Fe en 1988, se pudo constatar que muchos religiosos son evolucionistas y que ahora las intervenciones del vaticano sobre el tema son más moderadas, también el papa Juan Pablo II tuvo el arrojo de pedir perdón y rehabilitar a Darwin.