El nuevo Código Penal no puede ser aprobado a la ligera. No es cuestión de satisfacer presiones mediáticas, o jugar con los egos. Hay que satisfacer las necesidades de fortalecimiento de la justicia.
Con un código atrasado como el actual, ahora se aplican penas y sanciones, pero hoy se reclama un texto modernizado y que vaya de acuerdo con las necesidades de impartir justicia en el siglo 21.
Pero los diputados y senadores deben trabajar con la mayor imparcialidad, sin tratar de fortalecer a un sector en particular, ni insuflar gas a los egos de juristas. Desde hace años el código se encuentra empantanado. Avanza en un nivel y se para en el siguiente.
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El liderazgo político evade responsabilidades, para evitar perder popularidad entre los grupos religiosos, atizando el debate por debajo de la mesa. Una gran irresponsabilidad.
El principal problema por años para lograr la aprobación fue el tema de los abortos. La sociedad civil y sus compañeros de viaje han querido meter a la fuerza la despenalización de los abortos. En la sociedad dominicana de hoy no hay condiciones para aprobar un código que incluya el aborto libre y el matrimonio del mismo sexo.
Las iglesias, católicas y evangélicas, tienen suficiente poder para levantar murallas en contra de la aprobación del código, en caso de que se imponga el aborto libre y los matrimonios entre personas del mismo sexo.
El camino del código es casi el del estancamiento. O se cae en el Congreso, o es observado por el presidente Luis Abinader, o finalmente termina en la Suprema Corte de Justicia y el Tribunal Constitucional. Con los congresistas, únicamente se da el primer paso en la aprobación real del Código Penal.
Lo ideal era que se llegará a posturas ecuánimes y consensuadas sobre esta controversial pieza, y que las partes comprendan que es muy difícil que sea aprobada mientras suenen los tambores de la guerra.
Lo sensato es que el tema de los abortos sea sacado del código. Que se deje a un lado y luego, con el correr de los meses, colocarlo en otra agenda. Los grupos mediáticos cambian de pensamiento y aceptan y rechazan, cuando hay nuevas correlaciones de fuerza., Ahora, la aprobación de la despenalización de los abortos está en minoría.
Hay que ir al liderazgo de los partidos mayoritarios, que son los que controlan el Congreso para lograr mayoría y ecuanimidad. La salida política se impone. Sin diálogo y consenso, el Código Penal no pasará.
Manuel Hernández Villeta