De izquierda a derecha: el empresario José Alfredo Corripio, la antropóloga Tahira Vargas, el director del periódico El Día, José Monegro, el sociólogo Celedonio Jiménez y la antropóloga social y cultural, Lucia Gómez durante el Almuerzo del Grupo de Comunicaciones Corripio. Foto por: Jorge González / El Nacional.
Santo Domingo.- Cientistas sociales aseguraron este miércoles en el Almuerzo Semanal del Grupo de Comunicaciones Corripio que la música urbana, específicamente el dembow, es un reflejo de lo que viven muchos ciudadanos que residen en barrios.
De acuerdo con la antropóloga Tahira Vargas, este género, al igual que la bachata, el reggaetón, entre otros, es una manifestación artística por la que los jóvenes expresan sus sentimientos, emociones y situaciones, sin embargo, destacó que el dembow es una muestra de democratización en los barrios y que no persigue objetivos políticos.
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Por tal razón, la investigadora señaló que la música no es la culpable de la violencia o de la baja calidad de la educación. “No podemos pedirle a la música urbana que resuelva los problemas que la sociedad dominicana viene arrastrando: un vacío educativo, de educación sexual y ciudadana, o sea, no es la música la culpable de la violencia. La violencia existe, ha sido legitimada socialmente y no se quiere erradicar ni se quiere prevenir. No hay voluntad política para ello y no es la música la que lo va a resolver”, expresó.
De igual forma, la antropóloga social y cultural, Lucía Gómez dijo que “no puedes culpar al arte de unas deudas históricas del país. El arte no tiene porqué asumir una responsabilidad social porque es una manifestación de lo que la gente está viviendo”. Además, Gómez afirmó que en el país no existe rechazo al dembow como género musical por el ritmo, baile o lenguaje, si no, a la clase social detrás de él.
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Mientras que, el sociólogo Celedonio Jiménez, entiende que este género musical juega un papel como elemento de identidad de los jóvenes de barrio, que se manifiesta también mediante bailes, llegando incluso a ser lo que calificó como un acto de protesta o rebeldía porque se sienten marginados en la sociedad.
No obstante el profesor de Ciencias Sociales y Sociología aboga por que la música tenga un compromiso social, que explique los males que se difunden en las canciones. “Así como los jóvenes de barrio han sido capaces de expresar la realidad que viven, así mismo ellos tienen la capacidad de decir ´Yo no quiero esta realidad´, así como han expresado esa realidad, pueden decir qué es lo que quieren”, agregó.
