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Consagración del cine en RD

Consagración del cine en RD

La noche del martes 11, el hall del Downtown Center respiraba un aire distinto. Había luces, cámaras, alfombra y emoción, pero sobre todo, una sensación de reconocimiento colectivo. Se celebraba el V Ceremonial del Paseo de la Fama del Cine Dominicano, ese espacio que en apenas cinco ediciones ha logrado erigirse como el altar simbólico de nuestra cinematografía.

En esta ocasión, las estrellas de bronce y mármol se encendieron para cuatro nombres esenciales: María Castillo, José María Cabral, Peyí Guzmán Cordero y, en homenaje póstumo, René Fortunato (EPD). Cuatro trayectorias que, desde distintos ángulos, delinean la evolución del cine dominicano: la formación, la creación, la imagen y la memoria.

La ceremonia reunió a casi toda la comunidad cinematográfica. Desde los anfitriones de Caribbean Cinemas, encabezados por su CEO Robert Carrady, hasta representantes de la Dirección General de Cine, la Cinemateca Dominicana, ACROARTE, ADOCINE, ADOPAE, ProDominicana, y, por primera vez, una delegación del Senado de la República, representada por el senador Pedro Catrain (Samaná). Fue una noche de símbolos: la institucionalidad y la cultura caminando juntas, como pocas veces sucede.

María Castillo, vestida con su serenidad habitual, recibió la estrella con la emoción contenida de quien sabe que su verdadero legado no se mide en trofeos, sino en rostros.

Durante más de tres décadas ha sido maestra de actuación, formadora de generaciones que hoy protagonizan el cine, el teatro y la televisión dominicanos. Su interpretación en Pasaje de ida, de Agliberto Meléndez, sigue siendo un hito de nuestra cinematografía. Pero su mayor papel, quizás, ha sido el de sembrar talento, día tras día, en las aulas donde el arte se convierte en destino.

El más joven de los homenajeados, José María Cabral, habló con la voz serena del que ha entendido que el cine no es solo entretenimiento, sino una forma de pensamiento.

En sus palabras resonó una poética personal: lo inspira cada amanecer a contar historias que importen, que mezclen técnica y emoción, arte y compromiso. Desde Carpinteros hasta Tú me enamoras, su obra se mueve entre la ficción y la realidad con una libertad que asombra. Cabral representa una generación que ha roto esquemas, abriendo camino a una mirada dominicana moderna, diversa y consciente.

Peyí Guzmán, maestro de la luz y de la sombra, fue recordado por su ojo prodigioso. Su carrera —la más extensa en la dirección de fotografía del país— ha iluminado películas como Pasaje de ida, Perico ripiao, La maldición del padre Cardona, Rey de Najayo o Quién manda. Su nombre está inscrito en el desarrollo técnico y estético del cine nacional, en ese tránsito de la precariedad a la excelencia visual. Guzmán es, en muchos sentidos, el pintor de la imagen dominicana.