Los términos que intitulan estas líneas son-fonéticamente parecidos- pero con significados diametralmente opuestos. Dada esa relación antagónica, intentare personalizar uno y otro.
Según el Diccionario de la Real Academia Española, corrupto, corrupta. “Que se deja o ha dejado sobornar, pervertir o viciar”.
Como se puede apreciar, define a una persona con debilidades conductuales que la hace poco confiable. La familia, como órgano primigenio de la sociedad, está obligada a inculcar a sus hijos valores morales y éticos que les ayuden a fortalecer su carácter para relacionarse con los demás.
Existe una infinidad de valores señalados, sin embargo, conviene destacar los esenciales a fin de no abrumarnos; a mi modo de ver serian: honestidad, responsabilidad, respeto, justicia y muchos otros no menos importantes.
La ratificación de esos valores deberá continuar en las instituciones educativas a las que asistan para formarse intelectual y/o profesionalmente. Durante el ejercicio de la profesión o actividad elegida, se puede contar con dos herramientas sumamente valiosas para evitar caer en las redes de los corruptores. Son transparencia y rendición de cuentas, ojalá sepan usarlas.
El término correcto, correcta. “Dicho de una persona: De conducta irreprochable”.
La persona correcta tiene un comportamiento ajustado a las reglas de la sociedad, es confiable y respetada.
Es lamentable que la conducta de esa persona no es suficientemente difundida, razón por la cual el impacto positivo que pudiera provocar su ejemplo en la sociedad es limitado.
Seria interesante cuantificar el monto económico que representa para el país, los actos de corrupción que se publican a diario en los diferentes medios, a fin de tener una idea de lo que significa una persona correcta.
Pienso que echar una mirada a esta situación, podría despertar el interés de las autoridades competentes por reconocer a las personas correctas en una dimensión mas amplia y estimulante, a fin de que la presente y futura generación tengan paradigmas dignos y positivos.