El cuadro en Haití, en lugar de aclararse, se ha complicado más, no solo por el misterio que rodea el asesinato en su residencia del presidente Jovenel Moïse, sino por la lucha de poder que, con un cadáver aún caliente, se ha desatado en la nación.
Por evidentes presiones de Estados Unidos y la comunidad internacional el Senado aplazó la juramentación de Joseph Lambert como presidente de la República. Lambert, con Claude Joseph y Ariel Henry, reclama el cargo que detentaba Moïse.
Pero resulta que el Senado, por falta de quórum, no está facultado para elegir el sucesor de Moïse. Otro obstáculo que torna el problema más complejo es que Joseph, quien había sido sustituido por el ultimado mandatario, ha sido reconocido como el legítimo heredero por la Organización de Estados Americanos y Estados Unidos.
Es posible que el panorama se despeje con los resultados de la investigación para establecer la verdad sobre los autores materiales e intelectuales de la muerte de Moïse, ejecutado en su residencia el pasado miércoles por un supuesto comando colombiano. Por ahora lo que prima es un tenso compás de espera.
