República Dominicana volvió a reclamar a la Organización de Estados Americanos (OEA) prestar atención al dramático nivel de violencia e inseguridad que causan las pandillas que controlan gran parte del territorio de Haití, pero Estados Unidos prefiere instar a la comunidad internacional a respaldar una protesta convocada para hoy en Cuba.
No se niega derecho a la oposición cubana a reclamar más amplio abanico de libertades públicas, e incluso a Washington de obtener provecho político, pero duele saber que el tema haitiano se cubre con el manto de la indiferencia, mientras se convoca al mundo a apoyar la manifestación en Cuba.
Si se colocan en una balanza las penurias sufridas por los pueblos cubano y haitiano en los últimos 60 años, la báscula se inclinaría hacia Haití, que ha estado sumido en la más abyecta marginalidad, en tanto que La Habana siempre atribuye sus sufrimientos al bloqueo económico impuesto por Estados Unidos.
A pesar de que bandas armadas secuestraron a 16 estadounidenses, junto a un canadiense, el embajador de Estados Unidos ante la OEA no formuló ningún comentario durante la asamblea ordinaria virtual sobre la crisis haitiana, ni respaldo de la Casa Blanca al pedido dominicano de prestar atención a Haití.
El secretario de Estado, Antony Blinken, invitó a los socios democráticos de su país a que “se hagan eco” del respaldo de Washington a los manifestantes cubanos “que buscan ejercer sus derechos y libertades fundamentales”, a lo que seguramente la OEA atenderá de manera solícita, como lo ha hecho en los casos de Nicaragua y Venezuela.
Tal parece que para el jefe de la diplomacia estadounidense ni para la OEA, el pueblo haitiano merece que la comunidad internacional se preocupe por sus derechos a ejercer libertades fundamentales, o tal vez uno y otro promueven el tipo de democracia que atribula hoy a Haití.
El canciller dominicano, Roberto Álvarez, pidió que la Asamblea de la OEA instruya a habilitar la Comisión Interamericana de Puertos, para ayudar a que la población tenga acceso a los combustibles, hoy objeto de saqueo por parte de los grupos vandálicos. Pero ni eso encontró eco en el organismo hemisférico.
Se interpreta como un acto discriminatorio e injusto que Estados Unidos solicite a la comunidad internacional que respalde “a una sola voz” la manifestación antigubernamental convocada para hoy en Cuba y guarde inexplicable silencio al clamor de acudir en ayuda de Haití, un pueblo que se desangra sumido en una profunda crisis institucional. Lo mucho hasta Dios lo ve.