El presidente Luis Abinader no solo se limitó a rendir cuentas, como manda la Constitución cada 27 de febrero, sino que aprovechó el escenario para, a través de comparaciones, golpear a la oposición.

Pero si algo habría que evaluar en lo que dijo el Presidente es si las cuantiosas ejecuciones que anunció, así como las que se contemplan para este año están consignadas en el presupuesto.

Por tradición las rendiciones de cuentas no han dejado de exhibir un sesgo propagandístico, que la clase política, sobre todo si ha ejercido el poder, carece de calidad para censurar.

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Presentar unas memorias no significa, como se estila, mercadear una gestión gubernamental. Sin importar que existan logros tan trascendentales que haya necesidad de airearlos.

Abinader no se apartó del tradicionalismo al rendir cuentas e incluso con alusiones a la oposición y el énfasis en algunos proyectos.