Las cumbres presidenciales no han tenido mayor incidencia en la solución de los problemas o la satisfacción de las necesidades de los países miembros. Pero no por ello han dejado de ser un acontecimiento que cobra más relevancia con la presencia de gobernantes de grandes naciones.

Para un país como República Dominicana, que en estos tiempos ha tenido un papel tan protagónico en defensa de la democracia y la discusión de las crisis en la región, es un honor servir de sede para la X Cumbre de las Américas.

En el contexto de un panorama externo tan convulso este país puede ufanarse de la estabilidad económica y social, de los avances en materia de seguridad jurídica y del respeto a los derechos humanos y las libertades públicas.

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El foro no deja de ser una ventana para llamar la atención sobre los virus sociales que corroen democracias y economías, pero también para fortalecer las relaciones y el intercambio entre los países.

Al participar en la conmemoración del XXX aniversario de la Cumbre de las Américas, el expresidente de Estados Unidos, Bill Clinton, expresó que continúa siendo necesario definir qué tipo de mundo queremos y cuál es la mejor forma para lograrlo.

No hay que hacerse mayores expectativas, pero la importancia de reuniones de gobernantes de la región no está en discusión. Como anfitrión el presidente Luis Abinader sabrá, como en otras ocasiones, aprovechar al máximo el honor de que la X Cumbre de las Américas se celebre en este país. Y trabaja con esos fines.