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¿Democracia o teocracia?

¿Democracia o teocracia?

Susi Pola

En nuestro país, hay que analizar el rumbo tomado por nuestra democracia, manoseada por la política que ostentamos, porque en la República Dominicana hace rato que el ordenamiento político no defiende la soberanía ni el derecho del pueblo para elegir y controlar a quienes nos gobiernan.

Hay la impresión de que nuestro sistema político, lleno de expresiones que afectan el régimen jurídico mismo, determina un ejercicio de poder respondiendo a intereses del ámbito empresarial religioso, instaurando, estableciendo así, una verdadera práctica teocrática.

Precisamente, instituciones del régimen democrático representativo, como el Congreso, en los últimos años nos ha demostrado que el ejercicio político dominicano es atrasado y conservadoramente fijado en las épocas más decadentes de la historia universal. Con todo y una abrumadora corrupción practicada desde la misma administración del Estado, por una clase política que mezquinamente, sigue respondiendo a intereses particulares definitivamente, ajenos a este pueblo.

Las discusiones parlamentarias públicas nos lo demuestran. La semana pasada, fue la suscitada por el proyecto de ley sometido por la diputada Magda Rodríguez, que declara el 11 de octubre de cada año como “Día Internacional de la Niña” aquí, conmemoración establecida internacionalmente desde 2011 por la Asamblea General de las Naciones Unidas para reconocer los derechos de las niñas y los problemas extraordinarios a los que ellas se enfrentan en todo el mundo.

Hace un par de meses, las discusiones por parte de “representantes” del pueblo, fueron públicas alrededor de la inclusión de los derechos de la diversidad, de la violación a una mujer dentro de una relación de pareja, del castigo a niños y niñas, de la deshonestidad de funcionarios y funcionarias. Y en ese contexto, también, justificaron la corrupción alegando “que todo el mundo es corrupto”, y que, como quienes legislan son “príncipes”, hay que pagarles bien y permitirles que reinen en paz y en su provecho.

Y estas personas establecidas en el Congreso dominicano, siguen siendo exclusivas, misóginas, homofóbicas, desde una realidad solo concebida en su mente negativamente empoderada, alegando responder a preceptos religiosos que enarbolan mientras se establecen en la doble moral hasta con orgullo.

Sin embargo, los cientos de diagnósticos realizados en este país establecen una realidad abrumadora para las mujeres, en todas las etapas etarias de su vida, establecen índices preocupantes acerca de la situación de las niñas, dentro de toda la desigualdad que existe en la República Dominicana.

Y son las mismas personas. ¿No es hora de que el pueblo cuestione, reclame y hasta sancione?