La Iglesia católica volvió a demostrar una poderosa capacidad de convocatoria con la concurrida marcha “Un paso por la familia” que, bajo el lema “Unidos en oración por una mejor nación”, protagonizó en la capital, Santiago y otros puntos del territorio.

En esta ciudad algunos manifestantes portaban pancartas que decían “Por la vida”, “Humildad” y “Yo camino por mi familia”, entre otras expresiones.

Además de la masiva concurrencia uno de los aspectos más trascendentes fue el llamado del obispo de Santiago, monseñor Héctor Rafael Rodríguez, a la creación de un Ministerio de la Familia. El religioso consideró que la institución permitiría centralizar y fortalecer las políticas públicas dirigidas a la protección y promoción de los valores.

La intención es encomiable, pero lo cierto es que para impulsar los valores están la moral, la educación y los buenos ejemplos de los líderes nacionales con el respaldo de las iglesias y otros sectores.

Además de más gastos, con un ministerio de la Familia podría darse lo mismo que con una caterva de instituciones que no acaban de cumplir con sus funciones.

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Pero la propuesta, por sana, debe ponderarse. Si contribuye a rescatar esos valores que se han perdido, que son tan importantes para la paz y la convivencia pacífica, no se puede entonces escatimar esfuerzos ni pensar en gastos en la creación del ministerio de la Familia. La marcha convocada por la Iglesia católica transmite, por demás, un mensaje digno de ponderarse.