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¡Detengan eso!

¡Detengan eso!

Elvis Valoy

En el primer juego entre Venezuela y República Dominicana en la Serie del Caribe 2024, que se lleva a cabo en el Loan Depot Park de Miami, acudió el doble de fanáticos y fanáticas venezolanos que hinchas criollas.

En la contienda entre el país y Nicaragua, asistió más gente de esa nación centroamericana que de aquí. ¿Qué está pasando? ¿Se está apagando la tea que lleva el dominicano y la dominicana por el béisbol en su corazón?

Pareciera como si más que ascender, el negocio de la pelota va en picada. Los hechos de violencia dentro de parques beisboleros van desanimando al público. Aún está latente las imágenes de una joven que le «voló» encima a otra en el estadio Quisqueya; eso sin contar el irrespeto a los árbitros y los escándalos de jugadores acusados de sostener relaciones con menores.

Y a esto ahora se agrega la desaforada campaña de insultos y descalificaciones desatada por un cronista deportivo (I can`t believe it) en contra de luminarias del negocio, irracional conducta que busca like y adherencia a sus redes sociales.

El baseball es un deporte de la familia, la cual frecuenta a la gran carpa y consume todo lo que allí se oferta. Los niños y niñas siguen encandilados a los peloteros, y los hacen sus ídolos de por vida.
La Mayor League Baseball entiende muy bien eso, y evita a toda costa el ruido que le quite audiencia en los hogares estadounidenses.

Insultar, denostar o descalificar (Luis Polonia llenó estadios en su época de oro y es un símbolo de ese entretenimiento) a jugadores y narradores le hace daño a esa actividad deportiva que la gente la lleva en su ADN. Se está denigrando la actividad deportiva por la «proyección» personal de un individuo.