La sensatez debe imponerse en el Senado en la discusión del proyecto de ley que devuelve un 30% de los fondos de pensiones a los trabajadores.

La politiquería que primó en la Cámara de Diputados no debería repetirse con los senadores a la hora de definir la suerte de una pieza que es rechazada por reputados economistas y líderes políticos.

En víspera de unas elecciones para elegir nuevas autoridades los senadores deben ponderar las consecuencias para la economía que tendría la eventual circulación de alrededor de 175 mil millones de pesos.

Con un aparato productivo colapsado por la pandemia y la erogación de divisas que suponen las importaciones el impacto de esa medida, a todas luces oportunista, sería explosivo.

Es obvio que con el proyecto no se procura beneficiar a los trabajadores, que necesitan mayor protección, sino pescar en río revuelto en el marco de un proceso electoral. Los senadores no pueden dejarse arrastrar por la emoción ni el oportunismo.

Y si ha de modificarse la ley de seguridad social, como en efecto tiene que revisarse, debe ser sobre la base de un diálogo que involucre a todos los sectores.