Opinión

El Bulevar de la vida

El Bulevar de la vida

Por: Pablo Mckinney
pablomckinney.com

 

De Balaguer a Bosch  en luna de miel (1)

 
Por progresivo y persuasivo, el aumento en el impuesto a las placas (los marbetes), dejado sin efecto el año pasado, era el más justo de las últimas décadas. A mayor costo del auto mayor era el pago anual por el marbete. ¡Toma ya!
Ese es el tipo de impuestos que los gobiernos comprometidos en la lucha contra la exclusión social deben aplicar para ir logrando sus objetivos.

Lamentablemente, en esa ocasión, los sondeos mostraron el nivel de rechazo a la iniciativa, lo que hizo recular al Gobierno.
Como ya se sabe, por ahí viene la colocación de unos bonos por 150 millones de dólares en los mercados internacionales (más endeudamiento). Pero, además, a uno de sus genios de la cosa se le ha ocurrido intentar un desproporcionado aumento en el pago de los peajes de las autovías que llegan y salen de la ciudad capital, lo que no es conceptualmente un impuesto (y es lo de menos) pero sí un aumento en el pago por todo bien o servicio que se transporta hacia y desde la capital, incluso la gente que a veces es un mal.
Por su comportamiento, todo indica que el gobierno se está acostumbrado demasiado a ser popular, y está convirtiendo en esclavo de los resultados de sus encuestas y sondeos mediáticos.

Palacio Nacional está custodiando con más celos que el novio de una camarera de la Petit Chateau su alta popularidad, y la aceptación del Presidente con su nuevo liderazgo no carismático pero si gerencial y humano, como ha sido siempre el liderazgo de Danilo Medina.
Lo está haciendo así, y debería ser y hacer justo lo contrario, y ya m explico: Ahora que la popularidad presidencial anda por los cielos, se realiza la transición del liderazgo peledeísta desde un ex-presidente al nuevo administrador del presupuesto nacional, y cuando ha dejado de existir -por la torpeza infinita del PRD- la oposición política, esta es la hora definitiva en que el gobierno debe realizar los impopulares pero inevitables cambios que requiere el país en lo energético, lo fiscal, lo educativo, en el transporte y sus mafias insaciables y chantajistas de cuello blanco, voz aflautada o boina Guevara.

Es la hora de los hornos. Ahora o nunca. De Bosch, Balaguer y una luna de miel hablaremos mañana, si Dios, don Radha y don Pepín siguen queriendo. Con su permiso.

El Nacional

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