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El camino malo

El camino malo

Manuel Fermín

El camino malo” no solo se utilizó como un impactante eslogan de campaña para denostar las actuaciones políticas del conglomerado perredeísta-perremeísta. También sirvió para mostrar todo ese memorial de agravios a la eficiencia administrativa del Estado; a ese comportamiento díscolo que ha llevado al descrédito total de una dirigencia mayoritariamente lastrada por esas incompetencias.

El repudio a ese paralelismo que se ha afianzado y cae encima del PRM, partido que hereda ese deplorable patrimonio, va en una tortuosa carrera al fatídico emparejamiento con ese pasado que le persigue.

Un pasado lejos siempre de vertebrar una buena gestión: ¡por eso siempre terminan con más pena que gloria! Se ha confirmado la dirección de la improvisación: lideran las subidas del riesgo, las vulnerabilidades parecen recibir tratamientos reservados, sin horizontes de estabilidad política y económica por el demencial nivel de la deuda externa ante la persistencia de un déficit público que aumenta cada año a pesar de tres años de crecimiento.

Como siempre, y subrayo como siempre, lo que cobra fuerza es el populismo; el gasto público atolondrado que termina en el derroche y el alto desempleo. En otras palabras: el proyecto de país termina perdido en gasto corriente y poco aporte a la infraestructura.

Todo un gobierno de reparto.
La corrupción es normalidad y ya vamos viendo cómo se accede al poder: por el impulso de conspicuos poderes del ilícito, gente del narcotráfico que regularmente encuentra calor y nido en esas filas partidarias.

Parecen intocables tantas sinvergonzonerías. Pero la verdad monda y lironda es que el oficio presidencial se degrada y el único freno a la peligrosa espiral histórica de reelegirlo con tantas incompetencias es el voto.