¿Qué Pasa?

El lado bueno

El lado bueno

El amor nos vuelve locos. Está muy equivocado el que piensa y alardea de que sabe lo que va a pasar en su vida con este sentimiento, como también lo están, quienes se meten en problemas de dos, opinan y aconsejan, para luego confirmar que solo se metieron donde no debían.

El amor olvida, recuerda, vuelve a olvidar y vuelve a recordar. El enamorado se enfada y hace crecer los más grandes rencores, toma actitud de renuncia, logra que todos los que lo rodean apoyen su determinación…y al final olvida y vuelve a amar a la misma persona que le provocó esos negros sentimientos.

Luis Manuel vivió la peor de sus experiencias y así lo contaba a Juana noche tras noche cuando ansioso la buscaba para contarle sus problemas con su amada Celeste.

Y es que Luis y su novia se habían conocido desde jóvenes, tuvieron una relación amorosa que terminó por motivos sin importancia, y luego, maduros ya, se reencontraron y decidieron que ese era su momento de amarse.

Y así se les veía cada tarde cuando él la buscaba al trabajo y la llevaba a su casa. Pero de repente un incidente hizo que cada uno sacara de dentro de si, rasgos temperamentales que no conocían.

El, mientras se aguaban sus ojos, le contaba a Juana, su paño de lágrimas, cómo la dulce Celeste se había convertido en un demonio, y basada en una situación confusa, lo calificaba de delincuente y amenazaba con llevarlo a la justicia.

Mientras lo contaba, él parecía no creerlo. Era difícil escuchar sus mensajes en el celular y pensar que era ella, la misma que había amado tanto y quien le había demostrado tanto cariño.

Los mensajes eran amenazantes, ofensivos, denigrantes, y así los recibía mientras se le rompía el corazón. Tenía ya 60 años, no era un niño que debía dar tiempo para que las cosas curaran. Entendía que a su edad, todo era o no era. Por eso decidió no verla más y esa era también la intención de ella, cuando día tras dia dejaba mensajes insultantes en aquel celular, en busca de una respuesta que no llegaba nunca.

Pasaron los meses y Juana se convirtió en la amiga que siempre apoyaba a Luis en su dolor amoroso. Hasta que un buen día, la misma Juana, montada dentro del auto de Luis, lo escuchó hablar con cariño a alguien y luego le pasó el teléfono para que la saludara.

Sin entender, Juana tomó el móvil y escuchó al otro lado la voz de Celeste que alegre la saludaba.

Juana, casi muda del asombro, saludó, habló poco y colgó. Se bajó del auto pensando hasta donde la vergüenza debe quedar de lado por amor. Nadie tiene esa respuesta. Sin embargo ellos ahora son felices.

El Nacional

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