Opinión Carta de los Lectores

El ministro abogado

El ministro abogado

Saludo la decisión del presidente Luis Abinader de nombrar ministro de Educación a una persona ajena al sistema educativo. Por años, han ocupado esa cartera educadores buenos, con deseo sincero de cambiar el rumbo y la calidad de la educación del país, pero han tenido poco éxito.

Tal vez necesitamos, en la modernidad, un buen gerente, porque como explicaba a mi equipo cuando trabajé para apoyar la educación pública, la escuela es como una empresa y el producto de esa empresa son niños, niñas y jóvenes que aprendan a leer, a escribir, a pensar críticamente y a tener autonomia moral.

Si no logramos ese «producto», no estamos haciendo el trabajo de forma efectiva. Esa mirada fue la que nos permitió, en aquel momento, transformar muchísimas escuelas en Monseñor Noel y en La Vega, contando con los mismos maestros del sector público, los mismos materiales, las mismas escuelas, las mismas comunidades.

Bastó con una mirada fresca, hacer cosas diferentes, planificar con cuidado, supervisar constantemente y darles herramientas gerenciales a los directores de los centros para tener un mejor resultado en las aulas, que es, a fin de cuentas, donde importa.

Celebro la designación de Luis Miguel De Camps como nuevo ministro de Educación. A él le recomiendo escuchar voces nuevas, pasar por las escuelas sin anunciarse, eligiéndolas él mismo azar; supervisar el plan de clases y la interaccion de los estudiantes con sus maestros; revisar la planificacion, atreverse a probar, ver qué se ha hecho bien, cómo se puede replicar, cómo reproducirlo.

No hay que inventar nada nuevo, simplemente tenemos que atrevernos. En mis 34 años acompañando al sector público educativo, he conocido y, en algunos casos, he tenido el privilegio de trabajar con varios ministros, gente inteligente llena de buenas intenciones, sin haber podido revertir los tristes -decepcionantes- indicadores en el sector educativo.

Hemos invertido mucho dinero, pero las cosas no cambian a la velocidad que demandan los tiempos. Tal vez llegó el momento de reinventarnos. Debemos motivar la participación de la comunidad, ilusionar a los alumnos con el poder transformador de la educación y al maestro con la importancia de su rol de mentor. con la conciencia de ser el profesional más s importante de todos. No hay médico, científico, ingeniero, administrador, si el maestro no hace bien su trabajo.

Por: Arelis M. Rodriguez

El Nacional

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