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El político que se sueña

El político que se sueña

Ángel Puello

En cada esquina, colmado, guagua pública o reunión familiar, hay un deseo colectivo que se repite como un eco silencioso: “Ojalá llegue un político diferente”. En la República Dominicana, el pueblo no sueña con lujos ni con milagros. Sueña con alguien que lo escuche, que lo represente de verdad y que no desaparezca después del voto. El dominicano sueña con un político que:

1. Hable claro y con el corazón, sin rodeos ni discursos vacíos.

2. Camine los barrios y los campos no solo en campaña, sino todo el tiempo, con los pies en el lodo y el oído en el pueblo.

3. Cumpla lo que promete, aunque sea poco, pero que lo cumpla.

4. Defienda a su comunidad sin miedo, incluso si tiene que enfrentarse al mismo poder.

5. Trabaje para todos, no solo para sus seguidores ni para el partido.

6. Tenga empatía real, que sepa cuánto cuesta un plátano y cómo vive una madre soltera en un callejón.

7. No se crea un rey, que sea servidor y no figura decorativa.

8. Rinda cuentas, que explique en qué se gasta cada peso, sin excusas ni tecnicismos.

9. Ponga a gente seria a trabajar, no a buscavidas ni a familiares.

El dominicano no pide tanto. Solo quiere sentir que su voto valió la pena. Quiere poder mirar al político a los ojos y sentir que no lo engañaron otra vez.

Pero, lamentablemente, en la mayoría de los casos estas expectativas se rompen con la misma rapidez con la que se despegan los afiches después de elecciones. Muchos políticos se olvidan de dónde vienen y para qué fueron electos. Llegan al cargo y se transforman en otra cosa: inalcanzables, indiferentes, arrogantes. Y ahí es donde nace el desencanto… esa profunda tristeza colectiva que se convierte en apatía, en burla, en abstención electoral.

La política tradicional ha fallado, y por eso hoy más que nunca necesitamos líderes humanos, honestos y valientes. No perfectos, pero sí comprometidos. No infalibles, pero sí coherentes.

El político que el pueblo sueña no es un superhéroe. Es alguien que respeta, que escucha, que trabaja con pasión por su gente. Es alguien que entra pobre y sale limpio. Que no cambia su número de teléfono ni su forma de ser.

A ti, ciudadano que lee esto y siente rabia, cansancio o esperanza: no te rindas. Tu voz sigue siendo poderosa. Tu voto sigue contando. Y si algún día decides tú mismo dar el paso y aspirar, hazlo con dignidad, con valores y con amor real por tu comunidad. Porque sí, el político que la gente sueña todavía puede existir.

Quizás seas tú.

Se que viene de camino.

Pero lo cierto es que el pueblo está listo para recibirlo.

Por: Ángel Puello
angelpuello@gmail.com

El Nacional

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