Por Fernando De Leon
fernando26.deleon@yahoo.com
Aunque siendo menor fuimos apresados y llevados a la penitenciaría de La Victoria, y más tarde encerrados en varios destacamentos capitalinos; nuestra afición al canto y la música nos libró de otras opresiones y, posiblemente, hasta de ser asesinados.
En aquellos tiempos, contrario a otros muchachos con inquietudes y militancia de izquierda no anduvimos ataviados con ropa ni bota militar; pero tampoco con un libro de marxismo-leninismo entre las axilas. Esta literatura permanecía en nuestros hogares.
Con este introito queremos significar que a pesar de nuestra ideología y actitudes de izquierda y talentos ya difuminados, evadimos más abusos de los regímenes que encabezó Joaquín Balaguer.
Pero los que hoy tienen igual estilo de vida ¿pueden escapar de los estragos de la pandemia del coronavirus?
Todo lo contrario, tal parece que es demoledora con todo aquel que participe en estas manifestaciones, y sobre todo entre los que son dado a la música, contertulios y actividades políticas masivas. Es ineluctable, es decir, no se puede combatir de inmediato.
Y no la distrae, ni las artes ni entretenimientos.
Aunque camaradas que hoy son bandidos políticos y delincuentes, entendían, no en nuestro caso, que ingerir bebidas alcohólicas y frecuentar restaurantes aunque de forma morigerada y sana era una actitud de ‘lumpen’, en nosotros estas diversiones fueron un escudo disuasivo con respecto a los esbirros policiales que perseguían a los izquierdistas.
En otras palabras, debido a las falencias y desacertadas teorías de los ‘comunistas’ de esa etapa, muchos de los cuales en la actualidad no son paradigmas, entendían que solazarse y divertirse era tarea de corruptos. Para nosotros, fue una válvula de escape.
Hoy, con estas amenidades, nuestros jóvenes no pueden escapar del flagelo denominado COVID-19.

