Articulistas Opinión

Ese, ¡lo juro!

Ese, ¡lo juro!

Manuel Fermín

En una juramentación para la historia se oyó con poco tino ¡lo juro!, que es el pago del Presidente para conseguir la adhesión del Partido Cívico Renovador a su repostulación.

En total desvergonzonería se fuerza al gobernante a jurar que hará del Gobierno un festín político por un uso electoral, es decir, toda una sarta de repugnantes compromisos que demuestran que el “cambio” es una farsa, que se han apeado de su discurso, y además que es mofarse de los votantes y del pueblo que creyó que se sustituiría lo peor por lo mejor.

Ahora vamos a su rescate, y los retrata nítidamente como malos iguales blanqueando el pasado, que no sale gratis, legalizado por unos indisimulados actos políticos, donde no se puede discernir entre el bien y el mal, y lo que es peor, que todo lo que se ha pretendido expresar como cambio mediante un aparato mediático y propagandístico no es más que un simulacro. Claro, también tiene su efecto llamada, aunque sea contrario al decoro pues otros oportunistas han hecho costumbre sus míseras adhesiones al Presupuesto y al imperante de turno.

Y lo hacen todas las veces con un pretexto risible pero firme de que no es por protesta ni sacrificio, sino por cargos. También el tacticismo opositor puede asumirlo como dejar un campo minado o caladero para desacreditar el eslogan del cambio y la transparencia por preferir a los que ayer asentados en la prebenda con coste político para el Estado, sean cargados por un gobierno débil, expuesto en demasía a la fractura moral y política.

El silencio de una sociedad civil hoy inane ante hechos que denunciaba con el remolino y la ebriedad de la calle, hoy calla. Tantas pamplinas contra estos actos grotescos del clientelismo político, proceso este degenerativo y de desintegración nacional.