La tarea por integrar la educación a las nuevas generaciones comienza desde los primeros meses de vida cuando el bebé es llevado a una estancia infantil, lo que le permitirá recibir atención especializada, una alimentación nutritiva, mientras su madre, una tradicional excluida del proceso social, puede integrarse en un puesto de trabajo o continuar sus estudios.
Las madres, en su mayoría solteras, residentes en los barrios populares o en la zona rural, hasta hace poco tiempo tenían que abandonar el trabajo, lo cual significaba la pérdida del sustento, y dejar los estudios, cerrándose las puertas del futuro, por no tener un lugar donde dejar a sus pequeños.
La idea tradicional de los dominicanos es que los corralitos o centro de asistencia de los niños entre cero y cinco años sólo es un lujo para los hijos de ricos.
Mantener a un niño en un colegio de pre-primaria sobrepasa por mucho el salario mínimo de un obrero o trabajador promedio dominicano.
Pero ahora las madres pobres que carecen de recursos para llevar a sus bebés a una escuelita privada, cuentan con la asistencia y la ayuda que le facilitan las estancias infantiles, que por disposición del Presidente Danilo Medina están funcionando en todas las regiones del país.
Las estancias funcionan en la region Este en El Seibo, San Pedro de Macoris; en la región Norte, en Santiago, La Vega, Nagua, San Francisco de Macorís, Moca, Mao, Navarrete; en la región Sur, San Juan de la Maguana, Barahona, Jimaní, Elias Piña, San Cristóbal; en la región Metropolitana, en Santo Domingo Oeste, Santo Domingo Norte, Santo Domingo Este y el Distrito Nacional.
No son centros de acogida para acostar al nuiño y darle la leche, sino que funcionan como estandartes de una primera educación, donde maestros entrenados los conducen en los primeros pasos del sistema educativo, al tiempo que se les garantiza la alimentación y un lugar seguro donde estar.
En las estancias infantiles se habilitan áreas donde se atienden a los lactantes de 1 a2 años, mientras que las profesoras trabajan con los infantes de dos a cinco años. Se da mucha importancia a las áreas de juego y recreación, por considerar que mediante esta metodología se hace posible una mayor integración de los niños.
El área física de las estancias infantiles tiene una cocina, donde se cuecen los alimentos de los menores y un comedor donde les son servidos. Asimismo se da importancia a su desarrollo sico-social, por lo que hay un área para la vigilancia sicológica y también una enfermería, para tratar cualquier emergencia que se pueda presentar.
Con la integración de los menores a las escuelitas se ha iniciado una verdadera revolución en el área educativa, en sectores sensitivos que entraban a las aulas al cumplir los seis años.
Pero también ha permitido que cientos de mujeres que habían abandonado los estudios al tener un niño al que no podían dejar solo, ahora vuelvan a la escuela.
Esas jóvenes ahora en busca de su capacitación rompen con el círculo del analfabetismo y la ignorancia, porque con el seguimiento de los estudios se encontraran preparadas para poder entrar con mayores posibilidades a los medios de producción.
La mayor parte de las mujeres que envían a sus hijos a las estancias infantiles son madres solteras, por lo que se ven en la obligación de trabajar para poder mantener a los pequeños.
Hasta hace unos años les era prácticamente imposible obtener el sustento diario, siendo una carga para sus más cercanos familiares.
Al poder enviar a sus niños a una escuelita, tienen tiempo para salir a trabajar, y con los recursos obtenidos mejorar sus niveles de vida.
Toda la familia ha experimentado mejorías, con este concepto de llevar la revolución de la educación desde los primeros peldaños, que es la labor con los infantes de cero a cinco años.
De acuerdo con datos de la directiva de los Centros de Atencion Integral a la Primaera Infancia –CAIPI- la atención a un niño menor de cinco años cuesta de forma individual más de RD$10, 900 mensuales, lo cual es imposible para una madre pobre.
Poner en funcionamiento uno de los centros de CAIPI cuesta aproximadamente uin millón, 362 mil pesos, pero para su operación mensual se deben invertir RD$2,470,499.
Para Alexandra Santelisses, directora del Instituto Nacional de Atención Integral la Primera Infancia (INAIPI), las estancias infantiles constituyen una necesidad y un impulso al progreso, que va en beneficio de los residentes en zonas de menores ingresos económicos.
Mientras que el ministro de Educación, Carlos Amarante Baret, resalta la importancia de las estancias infantiles que construye el presidente Medina, pues permiten que millares de madres pobres se integren a las labores productivas o educativas mientras sus hijos e hijas son bien atendidos.
Indica que el propósito es crear un estado de bienestar en el que cada vez más dominicanos y dominicanas puedan salir de la pobreza. Afirmó que las madres pobres que tienen a sus hijos en las estancias infantiles y las escuelas y liceos públicos, defienden con uñas y dientes las nuevas aulas y la Jornada Escolar Extendida.
La primera Estancia Infantil fue inaugurada en Boca Cachón, de Jimaní, en abril del año 2014. Al analizar estos centros educativos básicos, el director de Programas Especiales de la Presidencia, Lidio Cadet, proclama que las estancias infantiles que se han inaugurado en todo el país son obras de amor de parte del presidente Medina, y son «la expresión de entrega incondicional de un verdadero estadista».
Afirmó que el mandatario»sólo sabe servir a su pueblo, especialmente a los más necesitados».
El viceministro Administrativo de Educación, Antonio Peña Mirabal, considera que, conocedor de que la falta de educación genera pobreza, el presidente Medina dio su palabra y cumplió el compromiso histórico de otorgar a la educación preuniversitaria los recursos necesarios para que ningún dominicano se quedara sin recibir la educación liberadora.
Indicó que solo hay que hacer un recorrido por campos y poblados del país para comprobar que ese compromiso del entonces aspirante a la Presidencia de la República no fue un simple discurso de campaña ni una simple salida a una situación presentada, sino que es el convencimiento de que sólo la educación libera a los pueblos.
Madres pobres de todo el país se sienten agradecidas por la apertura de las estancias infantiles, y un buen ejemplo de ello es Maritza Alberto, del sector de Los mameyes, en la provincia Santo Domingo Oeste, que indica en lo adelante sus infantes estarán seguros, bien cuidados y recibiendo buena atención médica, mientras ella y sus vecinas trabajan y estudian.