Opinión

ESTO PIENSO, ESTO CREO

ESTO PIENSO, ESTO CREO

Creo más en Leonel, más mucho más

Porque… “Callo cuando no debo hablar. Hablo cuando no debo callar”

Yo creo en Leonel, más, mucho más que en algunos protestantes de todo. Más, muchos más que otros tantos aspirantes a la primera magistratura. Más, mucho más que algunos prepotentes que ni siquiera aspiran a soñar con altura. Me gusta más, mucho más la utopía del New York chiquito de Leonel, al vacío de la nada de muchos auto pensadores e ilusos aspirantes a la primera magistratura.

 Pero, siempre el bendito pero, me gustaría más, mucho más, si se olvidara del comité político, de algunos viejos robles anquilosados en el pasado o envalentonados con dudosos  méritos obtenidos supuestamente, en defensa de patria, esa misma que dicen defender cuando en el fondo la han prostituido aún más, en vez de haber intentado realmente “honrarla”. Por igual, si se olvidara del partido y los compañeritos borrachos de prepotencia y, sólo primara el interés general. Ese interés, que por igual beneficia a mansos y cimarrones. Y yo sé que para él, con capacidad suficiente para hacerlo, sería algo sencillo, rutinario y,  claro, elegante, muy elegante, como es su estilo.

 Para lograr lo anterior -y él lo sabe, más que cualquiera-, sólo necesita de funcionarios que estén a su altura, que no sean técnicos infuncionales, expertos en teorías, seminarios y redacción de fantasías encubridoras. Funcionarios que funcionen, no que obtengan la posición por ser miembros de un selecto grupo, llámese como se llame, vamos a decir, algo parecido a lo que ocurre con las promociones de cadetes.

 La similitud de estos casos es innegable, como si fuesen siameses. Al llegar uno de la promoción a una posición cimera, se cree en la obligación moral de utilizar sus compañeritos en posiciones de mando, a sabiendas de que no califican, ya sea por cuestiones de capacidad profesional o condiciones morales y, al final, todo se viene a convertir, vamos a decir, en una asociación de indelicada permisividad.

  Si los funcionarios civiles y “militares” tuviesen a la altura de Leonel, hoy, precisamente hoy, se diera continuidad a otra campaña, aunque no sea precisamente electoral. Hoy, precisamente hoy, los comedores económicos –los que estuvieron en Haití, incluidos- estuvieran matando, asesinando sin misericordia, sin compasión, la desgraciada hambre, en el sur profundo, en Capotillo, la Ciénega, Jarro Sucio, Vengan a Ver, etc. Todo esto sin que medie la orden expresa del comandante en jefe.

 Por igual estarían las Fuerzas Armadas, inmersas en esta campaña en busca de lo que debe de ser y,  por demás, justificar su razón de ser. Pero esto es como pedirle peras al ¿olmo? Aunque nunca me he sentido con luz propia para brillar, sino más bien, como una esponja que puede absorber la brillantez de los iluminados, que han ido por delante, en el tortuoso camino de la vida, reitero, que si algo ha brillado en mí, con humildad declaro que será destello sobrante de los que me han engendrado, o aquella que cual materia fosforescente se me ha añadido, de tanto seguir la claridad que emanan los que me han precedido dándome la suficiente luz para ver el sendero traicionero, oscuro y servir que nos rodea.

 Lo anterior viene al caso, junto a lo expuesto por un prominente médico e intelectual dominicano, al decir “hay que hacerse inmune a los ataques de los envidiosos y chismosos, pero hay que ser receptivo y ponerle atención a las sugerencias que nos formula la gente que vale la pena”. Consciente de lo que de esto se puede interpretar y la reacción de algunos iguanodontes que no entienden -como lo entiende Leonel-, lo que estoy diciendo, “a veces, cuando nos atacan, hay que utilizar el sentido del humor mezclado  con un poco de indiferencia, para vacunarnos en contra de los enemigos del éxito ajeno y de los resentidos de siempre”.

 No puedo hacer más nada que decir que creo en Leonel. Más, mucho más que en todo el conjunto. Por eso le puedo decir lo dicho por ese filósofo estoico latino de origen griego que llevó por nombre Epicteto “si dicen mal de ti con fundamento, corrígete; de lo contrario, échate a reír”. Mientras tanto yo “siempre bajito he cantao,/ porque gritando no me hallo/… que el que se larga a los gritos,/ no escucha su propio canto”. Así mismo. ¡Si señor!

Si los que hablan mal de mí supieran lo que yo pienso de ellos, hablarían aún peor.

S. Gaitry.-

El Nacional

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