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Gentilicios y su enjundia

Gentilicios y su enjundia

Rafael Peralta Romero

El gentilicio sale del topónimo como el retoño de los troncos. O como el calor del fuego, conforme ha dicho Gustave Flaubert para describir la correspondencia entre la forma y el fondo de un texto. La relación entre el nombre del lugar y la palabra designada para llamar a sus naturales es indisoluble.

En algunos casos —muy pocos— la dependencia se da a lo inverso: el gentilicio ha generado el topónimo, es decir, un pueblo o una nación da origen a una entidad organizada políticamente (república, imperio, municipio, ciudad…) la cual asume el nombre por el que se conocía a ese grupo humano. En esta circunstancia el gentilicio no es derivado, sino absoluto.

La Republica Dominicana es un ejemplo de ente político cuyo gentilicio nació primero. Antes de fundarse la república, desde el siglo XVII, a los habitantes de la parte oriental de la isla Santo Domingo se les llamó dominicanos.

El gentilicio no solo evidencia el vínculo de la gente con el lugar geográfico donde ha nacido, sino la ligazón cultural con una comunidad o nación. Es una expresión pura del derecho de gentes. El vocablo se remonta a la cultura latina “gentilicius”. Hablar de gentilicio es una referencia necesaria a las gentes o a las naciones.

Hemos señalado muestras de la importancia que han tenido los gentilicios para los pueblos antiguos. Por ejemplo, una de las universidades más prestigiosas de España se identifica con un viejo gentilicio. Me refiero a la Universidad Complutense, nombre que deriva de la vetusta ciudad que se llamara Complutum, conocida posteriormente como Alcalá de Henares. Es el gentilicio de Alcalá de Henares, en la provincia de Madrid, que además tiene alcalaíno. Allí nació Miguel de Cervantes y por tanto complutense es también su gentilicio.

Las palabras que anteceden forman parte del preámbulo del “Diccionario de gentilicios dominicanos”, a presentarse el próximo martes 19, en la Biblioteca Nacional, a las 6:30 pm. Sospecho que pocos esperaban semejante libro. Y ninguna duda me cabe de que alguien rezongará: ¿Para qué un diccionario de gentilicios? Debo responder con las debidas mesura y mansedumbre: Comprendo.

El gentilicio aporta sustancia y valía a la identidad de un pueblo o nación. También suma importancia y fortalece la esencia de esa identidad. Contribuir a que amemos más nuestro lar nativo (patria chica) y a nuestra patria dominicana, se cuenta entre los propósitos del citado libro. No me dejen solo.  Nunca, según me parece, debe olvidarse que los gentilicios tienen su enjundia.