Editorial Opinión

Guerra sin fin

Guerra sin fin

La invasión rusa a Ucrania arribó a sus 500 días con saldo de más de nueve mil civiles muertos, entre los que figuran más de 500 niños, convertida también en un conflicto bélico dirigido a control remoto por las grandes potencias de oriente y occidente.

Esa guerra conlleva también el riesgo de que desencadene en una guerra nuclear porque su origen ha sido en el temor de Rusia a que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) complete un cerco militar en sus fronteras con ejércitos que formaron parte la antigua Unión Soviética, incluida Ucrania.

El mundo pudo recuperarse de la crisis económica causada por la pandemia de la covid-19, pero la conflagración ruso-ucraniana produjo una crisis mayor, expresada en galopante inflación, ralentización de la economía, desabastecimiento de materias primas básicas y crisis de la deuda.

Las gestiones de diálogo para poner fin al conflicto, encaminadas por Polonia y China, han resultado infructuosas, especialmente por la actitud de Occidente de alentar un difícil triunfo de Ucrania sobre Rusia en base a la provisión de armamentos al ejército de Kiev.

Aunque Rusia justifica la invasión a Ucrania como un acto de previsión defensiva ante la amenaza expansionista de la OTAN, en la práctica se define como una decisión injustificada que ha sumido a Moscú en una grave crisis económica, política y militar.

Como consecuencia de esa guerra la industria armamentista ha experimentado enorme crecimiento porque Estados Unidos, Rusia, China y Europa han renovado sus inventarios militares y Ucrania se ha convertido en barril sin fondo en términos de necesidades de equipos, armamentos y municiones.

Desalienta la decisión de Estados Unidos de proveer a Kiev de bombas de racimo, que dispersan gran cantidad de submuniciones que se expanden en el aire en un radio de 200 a 400 metros y suponen una amenaza para la población civil, porque pueden matar indiscriminadamente.

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Rusia, Ucrania, Estados Unidos, China Unión Europea están compelidos a cambiar su discurso de guerra por el de un diálogo realista, justo, fructífero, antes de que ese conflicto desencadene en una guerra a gran escala y en una conflagración nuclear.

El Nacional

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