El atentado terrorista en Moscú que en las últimas horas había costado la vida a 137 personas no solo merece condenarse, sino que se aclare sin prejuicio ni culpables favoritos.

Aunque el Gobierno de Rusia ha declarado que tiene ubicados a los sospechosos genera muchas suspicacias que la matanza ocurriera apenas concluidas las elecciones en que el zar Vladimir Putin fue encumbrado por seis años más en el poder.

Pero también en el momento en que se ha dado cuenta de un incremento de los bombardeos a Ucrania y las tensiones con la comunidad internacional.

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El sangriento atentado fue reivindicado por el Estado Islámico, pero Putin ha querido vincular a Ucrania con el suceso.

Las autoridades ucranianas no solo se han desvinculado del ataque, sino que han responsabilizado al Gobierno ruso del suceso al desoír las advertencias que se le hicieron en ese sentido.

El temor ahora es que Rusia utilice el atentado, aunque se lo haya atribuido el ISI, como instrumento para arreciar ataques indiscriminados en Ucrania. No pasa por alto la rápida declaración de Rusia de que los sospechosos fueron detenidos cuando huían a Ucrania.