Articulistas Opinión

¿Hacia dónde va la oposición?

¿Hacia dónde va la oposición?

Juan Taveras Hernández

La oposición política de República Dominicana atraviesa por una crisis de credibilidad muy profunda que lejos de resolverse, tiende a profundizarse, por la falta de estructura orgánica y de un liderazgo robusto que genere confianza en la población.

Como está hoy día, no creo que llegue lejos.

El único partido que muestra fortaleza, por estar en el poder y contar con un liderazgo sólido en la persona del presidente Luis Abinader, es el Partido Revolucionario Moderno, que además cuenta con jóvenes muy valiosos que le garantizan al benjamín de las fuerzas políticas grandes, un futuro promisorio. El resto, se muestran débiles, con dirigentes gastados por el tiempo y por el largo ejercicio del poder.

El Partido de la Liberación Dominicana, después de engañar a la Junta Central Electoral, burlando la ley, escogió como candidato presidencial a un político que no tiene nada que ofrecer, con un “pasado que saldrá a la luz”, como dijera el expresidente Hipólito Mejía, sin arraigo, sin formación, sin cultura y sin discurso, que exhibe una fortuna que jamás podrá explicar.

Aunque, como he dicho anteriormente, aunque no había mucho de donde escoger, el PLD eligió al peor de los aspirantes a la presidencia del país, demostrando la falta de liderazgo de ese partido y su decadencia política, ética y moral. El PLD se debilita cada día más, sin que el gobierno del presidente Abinader haya metido sus manos sometiendo a la justicia por corrupción a la mayoría de sus dirigentes, que tampoco pueden justificar los bienes que poseen. Como pintan las cosas, el PLD, que aun es un partido grande, terminará el proceso electoral venidero muy abatido, reduciendo considerablemente sus fuerzas.

La llamada Fuerza del Pueblo -sin mucha fuerza y con poco pueblo- solo tiene la figura del expresidente Leonel Fernández, candidato sempiterno, que no creo llegue muy lejos en la lucha por la primacía hasta alcanzar la primera magistratura del Estado, nuevamente. Ha quedado demostrado que los partidos son el sostén de cualquier candidatura. Sin una fuerza política poderosa que respalde una aspiración -la que sea- es prácticamente imposible tener éxito. Y el ex mandatario no tiene esa estructura, esa fuerza que lleve sobre sus hombros.

Por demás, no tiene nada nuevo que exhibir, nada nuevo que prometer. Está ofreciendo las mismas cosas -progreso, educación, desarrollo y seguridad- que no garantizó durante sus 12 años como presidente de la República. (Es una postalita repetida) el país lo conoce muy bien, sabe que promete, pero no cumple.