Opinión

Humorada

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Cosas de nuestro país

Las cosas de nuestro país no están escritas.

El moderno  sistema de transporte urbano, el Metro, “indigna a los choferes”.

Y los comprendo perfectamente. Porque eso de cambiar una guagua o un “concho”, por un tren moderno y seguro, debe de tener a mucha gente pensando en cambiar de oficio, con el señor Hubieres a la cabeza.

Y por cierto. Ante la certidumbre de que el  Metro enviará al  baúl de los recuerdos  a Hubieres, y a todos aquellos que mantuvieron el transporte urbano en el escalón más bajo del modernismo, el pueblo está aplaudiendo hasta con los pies.

Pero lo grande, lo que sorprende  a cualquier es que la eficacia del Metro  “indigna” a más de uno.

¡Increíble! Y si eso es cuando aún empieza a comenzar, ¿y que pasará cuando el tren esté trabajando a toca capacidad?

Un chofer de carro público  aseguró que  el Metro de Santo Domingo, en menos de lo que canta  un gallo, ya ha copado solo en horas mas del 35 por ciento de  los pasajeros de la ruta  Máximo Gómez, Ovando, Avenida Independencia.

Yo estuve más de media hora tratando de escuchar “a mis vecinos más cercanos”, entre los que se encontraban unos siete  choferes públicos. Y cada vez que pasaba un tranvía por nuestro lado, atiborrado de pasajeros y saludando con las manos, se podían escuchar los insultos más “primitivos” y soeces.

Pero nada,  mientras pasaba el día, más gente se montaba en el Metro, rumbo a  Villa  Mella que, por cierto, a Villa Mella sólo se va a una cosa: a comer chicharrones, ya que no se puede hacerlo dentro del Metro.

Visto el asunto desde un punto político, ya el presidente Leonel Fernández tiene su puesto asegurado, entre los presidentes constructores.

Pero le voy a dar una idea que puede llevarlo a los altares de la política criolla.

Se trata de una obra que  existe en casi todos los países latinoamericanos: el tren de pasajeros.

Y, aunque ustedes no lo crean, hace 75 años el país tuvo un tren

 de pasajeros que hacía la ruta La Vega-Sánchez. Sin embargo ahora, tres cuartos de siglo después, en cuanto se refiere al tren… ¡andamos descalzos!

El Nacional

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