Nuestra experiencia de la política y, más en general, de la conducta de los políticos dominicanos, nos permite vaticinar que la decisión de la baronía del PRM de dar inicio a la repostulación del Presidente mediante el eufemismo de “ajustar a la época” los estatutos del partido, es políticamente incorrecto.
Esta interpretación, de la que es imposible sopesar todas las consecuencias, generará desequilibrio al Gobierno pues la oposición se restringiría en brindar, no apoyo, pero sí escoltarlo cuando la ebriedad de la calle pueda surgir ante problemas de difícil manejo: inflación (alimentos, combustibles; materias primas, etc.); delincuencia, salario, déficit fiscal, tarifa energética, medicinas, la pandemia misma; más: la crisis haitiana, o el medio ambiente y la minería, en fin, factores que pueden desarticular el ritmo del Gobierno. Para aumentar el desconcierto aparece el transfuguismo que es visto más que como atracción o deslumbrados por el poder, como captados por el poder, no hay duda que tensarán las “relaciones respetuosas” que hasta ahora hemos apreciado.
En días recientes fue dejado sobre la mesa en la Cámara de Diputados, dos préstamos y el hilo de mi análisis me lleva a pensar que se quiere debilitar la estrategia del PRM. Esto puede ser un episodio menor dentro de la preocupación a que se generen conflictos de gobernabilidad derivados del gran error de crear un “espacio de oportunidad” con las acciones de políticas públicas vistas de corte reeleccionista; incluso las reformas, el Presupuesto, el Diálogo, serán motivo de análisis incómodo. Por qué ha ocurrido este acto político indebido?; necesitaba Abinader precipitar los acontecimientos cuando exhibe éxitos en la lucha contra la corrupción y la transparencia, el despegue económico, defensa de la soberanía, manejo de la pandemia? Resultados que caen en el campo visible y no de las ilusiones, son la mejor garantía del saber y el obrar puesto en juego, es decir, su repertorio.
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