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Los urbanos

Los urbanos

Manuel Fermín

Los “urbanos” no llegan a la artisticidad; al vanguardismo verdadero tampoco; ¿cuál es la destreza vocal para llegar a resultados artísticos? ¿Qué valores tiene este supuesto canto? No hay espacio para la reflexión artística porque su fuente es el tigrismo de la periferia, la calle, las drogas, el alcohol, el dinero…avivan las mayores deformaciones del idioma, de las conductas y el comportamiento.

Esa es la cantera de ese ingenio. Los nombres “artísticos” con deformaciones ortográficas y fonéticas; el vestido lo más llamativo y provocativo posible, y para rematar: el baile con sus movimientos espasmódicos de glúteos y vientre.

Son los voceros del alma del barrio y la más viva expresión del lodoso gracejo para contar los vicios y las depravaciones propias de su entorno, los genuinos intérpretes del pensamiento y la psicología de la calle, de la inteligencia inculta que origina este arte grotesco que enajena las buenas formas y privilegia lo soez. Los “valores” son todos estos actos impúdicos que deberían ser proscritos y no ensalzados como héroes de la urbanidad, como poetas dramáticos de versos disparatados.

El canto popular dominicano nace del mismo entorno, y del conuco, de la gallera, de la enramada de campo como es el merengue, pero de ahí la grandeza y la inspiración creadora de convertir la frase y expresión popular en objeto de arte; la bachata misma es de la marginalidad, pero es un arte más puro, del alma amargada, de los celos del espacio amoroso.

Todo esto es muy distinto a esa suerte de código no escrito que va deformando las costumbres y constituyendo en vocero del más bajo estrato que exhiben los “urbanos”. Por eso el tatuaje es la aleación preferida, porque manda una imagen de las taras más degradantes que porta el individuo, que al mismo tiempo manda un instintivo sentimiento de desconfianza.

Por. Manuel Fermín

mfermindilone@gmail.com

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