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Incógnitas sobre Lula

Incógnitas sobre Lula

Luis Pérez Casanova

En un certamen minado de incógnitas, las perspectivas por lo menos indican que el expresidente Lula da Silva ganará el balotaje del 30 de este mes en Brasil. Y también que el presidente Jair Bolsonaro pataleará, al estilo Donald Trump, para tratar de quedarse en el poder. Puede darse por anticipado que los arrebatos de Bolsonaro no prosperarán y que por las presiones de los círculos de poder tendrá que aceptar el resultado de las urnas.

Pero aunque Bolsonaro no impugne las votaciones, la victoria de Lula abre un abanico de interrogantes sobre su gestión. Para captar y neutralizar sectores Lula tuvo que combinar variados elementos, que a la postre no se sabe cómo se comportarán. Los antecedentes, sin embargo, tornan las perspectivas inciertas.

El mejor referente es el caso de Dilma Rousseff, quien fue víctima de una conjura para desalojarla del poder a través de un impeachment en que intervino, según ella, su vicepresidente Michel Temer, dirigente del centrodechista MDB.

Dilma, que fue desalojada por supuesta alteración de las estadísticas sobre el déficit fiscal, no tenía un parlamento tan hostil como el que le tocará a Lula. La sola presencia en las cámaras legislativas del exjuez Sergio Moro, quien violentó los procedimientos para encerrar al exgobernante durante 18 meses, representa de por sí una incógnita. Lula, que se entienda, no fue absuelto por los tribunales de los cargos que se le imputaban.

Con los músculos exhibidos por la derecha, que en términos cuantitativos ha sido la gran triunfadora de las votaciones, ¿cuál será el papel que asumirá el vicepresidente Geraldo Alckmin, del PSDB, escogido para atraer el poder económico y a los sectores medios que respaldaron a Bolsonaro? Alckmin, que apoyó el impeachment contra Dilma, había sido uno de los rivales más radicales de Lula. Su alianza contra el actual mandatario no elimina sus diferencias ideológicas.

Alchmin también sabe que el voto no fue a favor de Lula, sino contra Bolsonaro. Al tanto del sentimiento del electorado está por ver si en su condición de vicepresidente, el exgobernador de Sao Paulo, con un pasado que no se aleja del discurso del actual gobernante, saldrá en defensa del orden y la democracia o aprovechará la circunstancia para buscar el poder.

Es claro que en cualquier crisis las huestes de Bolsonaro, quien con el 43% que alcanzó en las urnas, en contraste con todos los pronósticos, alimentarán las ambiciones de Alckmin para deponer a Lula da Silva.

Tal vez Lula pensó al escoger a Ackmin que la correlación de fuerzas sería diferente, con mayoría parlamentaria para su Partido de los Trabajadores. Pero la realidad ha sido otra y por tanto lógicas las variadas interrogantes sobre su ejercicio del poder.