Existe una relación directa entre lo que se come y el estado de ánimo de las personas, ya que los alimentos no solo nutren el cuerpo, sino que también alimentan al cerebro, que es el gran regulador de las emociones.
“Una buena alimentación le da a este órgano la energía y los nutrientes que necesita para producir las serotonina, hormonas responsables de la calma y la felicidad”, explica la nutricionista Giscarly Guzmán Peguero.
Indica que cuando la dieta es deficiente o se saltan comidas, es más común sentirse irritable, cansado o sin ánimo.
Guzmán destaca que existen alimentos que actúan como verdaderos aliados contra la tristeza y la ansiedad, entre estos está el chocolate oscuro con alto contenido de cacao; frutas como el plátano y la piña, la avena, las legumbres y los frutos secos son algunos ejemplos fáciles de incluir en la rutina diaria.

Esta especialista en nutrición resalta que un aspecto clave está en los colores del plato: mientras más intensos y variados sean, mejor.
Los tonos vibrantes de frutas y verduras son señal de que aportan vitaminas, minerales y antioxidantes que protegen al cerebro del estrés y el cansancio. Mientras que los vegetales verdes oscuros, por ejemplo, son fuente de magnesio, que favorece la relajación, mientras que los frutos rojos ayudan a cuidar las células cerebrales para que funcionen de manera óptima.

Agrega que otra pieza importante es el omega-3, una grasa saludable que mejora la comunicación entre las células cerebrales y contribuye a mantener la concentración y la estabilidad emocional, reduciendo los cambios bruscos de ánimo.
El omega 3 se puede encontrar en pescados como el salmón o sardina y en semillas como l chía y la linaza. “Pero no solo lo que comemos influye, sino también cómo y cuándo lo hacemos. Pasar muchas horas sin ingerir alimentos puede bajar el nivel de azúcar en la sangre, generando irritabilidad, cansancio o dolor de cabeza. Comer de manera apresurada o distraída tampoco ayuda, pues el cuerpo no registra bien la saciedad. Por eso, es fundamental mantener horarios regulares y comer con calma”, advierte la nutricionista del Centro Visafe Zona Oriental.

Resalta además el papel crucial de la microbiota intestinal, conocida como “el segundo cerebro”.
Estas bacterias buenas, que habitan en el intestino, participan en la producción de sustancias que regulan el ánimo, incluida la serotonina. Cuidarlas con una dieta rica en fibra —frutas, vegetales, cereales integrales— y alimentos fermentados como yogur natural o kéfir, contribuye a mantener el equilibrio emocional.
Agrega que “también hay alimentos que conviene evitar si queremos sentirnos bien: los ultraprocesados llenos de azúcares y grasas poco saludables, que provocan subidas rápidas de energía seguidas de caídas que afectan el humor. El exceso de café y alcohol tampoco es recomendable, ya que pueden alterar el sueño y aumentar la ansiedad”.
Para poner en práctica estos consejos, Guzmán propone menús simples y fáciles de preparar que marcan la diferencia en el día a día.
Un desayuno con yogur natural, granola, fresas y semillas de chía, un almuerzo con pollo a la plancha, arroz integral y vegetales de distintos colores; una merienda ligera con jamón, queso y fruta o una cena a base de tortilla de huevo con espinaca y champiñones acompañada de pan integral.
Detrás de estas combinaciones hay un balance pensado: proteínas, carbohidratos, grasas saludables, vitaminas y minerales que trabajan juntos para apoyar no solo la salud física, sino también el bienestar emocional.
Comer bien, asegura la nutricionista, no tiene por qué ser complicado ni aburrido. Pequeños cambios en lo que ponemos en el plato son suficientes para transformar cómo nos sentimos cada día.
“Al final, cuidar nuestra alimentación es también una manera de cuidar nuestras emociones”, concluye la también dietista.