A pesar del aumento en la producción en el sector eléctrico, el servicio, por costoso y deficiente, es un dolor de cabeza para la población.
Ante la ineficiencia en los cobros de las Ede y la elevada cantidad de energía que se pierde por el deterioro de las líneas de transmisión el Gobierno tiene que subsidiar el sector con cientos de millones de dólares.
Pero alienta que con todo y la mejoría, por lo menos en lo que respecta a inversiones en el sector, el presidente Abinader incluya el servicio eléctrico en la agenda de reformas.
En lo que constituye un espaldarazo al ministro de Energía y Minas, Antonio Almonte, el mandatario no sólo avanzó que la electricidad será planteada en el pacto nacional, sino que indicó que el proyecto se encuentra muy avanzado.
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Como si se tratara de coger piedras para los más chiquitos siempre se ha culpado a los pobres de no pagar la electricidad y por ende de la crisis financiera que obliga a los subsidios por el servicio.
Pero la realidad es que el consumo fraudulento de los pobres es insignificante con relación al de figuras encopetadas.
Una reforma en el sector, por la que ha abogado el ministro de Energía, puede ayudar a superar la crisis en la distribución de energía, siempre que todos los sectores se pongan de acuerdo.
El gran dilema no es que los pobres no quieren pagar por un servicio malo y caro, sino que los ricos tampoco quieren hacerlo.
En definitiva, nadie quiere pagar lo que cuesta el servicio, al mismo que se condenan los odiosos subsidios y se reclama más calidad.