Antony Blinken
Al reconocer sobre la base de supuestas pruebas abrumadoras la victoria del opositor Edmundo González Urrutia en las elecciones de Venezuela, Estados Unidos ha tenido una desastrosa intervención frente a la crisis en la nación suramericana.
Con la posición Washington dividirá más a una región que se había unificado en cuanto a solicitar al Gobierno de Venezuela divulgar las actas en que se apoyó la victoria de Nicolás Maduro.
Si no se tienen esos documentos ¿en cuáles pruebas se basa entonces el jefe del Departamento de Estado, Antony Blinken, para afirmar que González Urrutia ganó las elecciones? Aunque se votara con tranquilidad e incluso existiera un amplio rechazo interno a la reelección de Maduro, las encuestas a boca de urnas no son un referente para la supuesta victoria de González Urrutia.
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Cierto es que el oficialismo ha alimentado la percepción de que ganó con fraude al no difundir ni permitir que se verifiquen las actas, pero el caso no es para justificar la intervención de Estados Unidos.
No se descarta que con la precipitada y no probada victoria de González Urrutia se repita la nefasta historia de Juan Guiadó cuando fue reconocido por la comunidad internacional como presidente paralelo de Venezuela.
Al adelantarse a los acontecimientos, Estados Unidos ha terminado por prestar un valioso servicio al Gobierno venezolano con la división y rechazo que provocará en todas partes una decisión desafortunada.
El Nacional
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