Los y las que se prestigian con tu nombre ya están preparando las celebraciones del 27 de febrero. Habrá misas, y una reunión de los “Duartianos” en la casa de doña Chepita, frente a la iglesia del Carmen, donde por cierto nunca he visto una mujer.
Es un día feliz para las floristerías, con multitud de escolares y flores marchando hacia el “Altar de la Patria”, Baton Ballets con niñas dando golpes de barriga y un profesorado que ignoro si ha leído a Rosa Duarte y sus apuntes sobre como pensabas.
En tu parquecito en la Zona Colonial, donde se refugian los “gays”, porque ellos y ellas son también dominicanos y se ponen bajo tu protección para que no los agredan, se reforzará la presencia militar. Creo que ni los militares, ni los gays, se han leído Yania Tierra, de Aida Cartagena, donde ella enlista los nombres de tus novias, porque no casarse no necesariamente significa que un hombre o mujer sean homosexuales, sobre todo en tu tiempo, donde era cuestión de honor proveer para una familia.
Recuerdo a Pedro Henríquez Ureña y su lucha por mantener y educar bien a los suyos, lo cual finalmente le costó la vida, camino a clases.
Hombres como él jamás debieron casarse porque su pasión era el conocimiento, como el tuyo la Patria.
En las iglesias, todos los sacerdotes procurarán recordarle a los políticos que tu dijiste que la política era el ejercicio más puro del ser humano, e insistirán en todos nuestros males sociales, como la desnutrición creciente de la infancia y los escasos recursos del “Angelita”, sin lograr conmover a una clase política que se defiende con la frase de Jesús: Predicad con el ejemplo, ya que un solo tesoro del Vaticano resolvería el hambre de millones de infantes en el mundo.
Casi todos hablarán de la necesidad de no apoyar las Tres Causales, aunque las muchachas pobres se desangren porque el embarazo temprano en esta isla es un escándalo.
La iglesia también se ha permitido la denuncia de la educación sexual, aunque todo el mundo conoce los nombres de obispos y arzobispos pedófilos y pederastas.
Poco ha cambiado desde que te fueron y contigo toda tu familia, excepto que ahora tu acérrimo enemigo Santana descansa junto a ti en el Panteón Nacional; el racismo está de moda y se utiliza tu nombre para justificarlo.
Que yo sepa hiciste una alianza con haitianos progresistas contra Boyer, pero eso aquí ahora a nadie se le ocurre, ¿sabes por qué? Porque ahora todos somos blancos, y con algo de suerte rubios con ojos azules, como tú en algunos de tus cuadros.
¿Leíste El Quijote?