Opinión

La Cancillería

La  Cancillería

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Entender para que sirve una Cancillería trasciende las reuniones internacionales, viáticos, pasajes de avión, y pasaportes diplomáticos, obsesión de cierta pequeña burguesía enquistada en la Cancillería, como el logro mayor de su existencia.

Esta aseveración cobra carácter de ley en lo que al servicio a los demás se refiere, porque la Cancillería es además LA NACION fuera de nuestros bordes y el único territorio donde casi dos millones de dominicanos y dominicanas, la mayoría negros, pobres, con baja educación y miembros de la clase trabajadora que habita en el exterior, encuentra apoyo y refugio.

Pocos Cancilleres han entendido tan bien la naturaleza de servicio de la Cancillería como el Dr. Hugo Tolentino. A él nos dirigimos cuando la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), se acercó al país para apoyarnos en un programa nacional contra el tráfico y trata de personas, un renglón donde nuestro pobre desempeño nos había colocado en la Categoría III, la peor, con riesgos de perder la ayuda humanitaria y de desacreditarnos a nivel internacional como un país de origen, destino y tránsito del tráfico de seres humanos, paraíso de las redes criminales.

Así como la Cancillería es una fuente de status social para la pequeña burguesía arribista, es la única institución con prestigio para las clases tradicionales del país, razón por la cual hay generaciones de empleados que van desde los abuelos hasta los nietos en una misma familia. Esa empleomanía generalmente sufre de todos los males de su clase: clasismo, racismo y sexismo y ello se refleja en el servicio de nuestras delegaciones en el exterior a la población trabajadora dominicana, la cual generalmente teme ir a solicitar algún tipo de servicio por miedo a ser discriminada, maltratada o ninguneada por el personal.

Para combatir el tráfico y la trata de nuestra gente había entonces que sensibilizar a nuestro personal diplomático en Europa, el Caribe, Centro y Sur América y el método que se utilizó fue convocarlos en un punto dado (Madrid o Costa Rica) para sensibilizarlos. Recuerdo el asombro de nuestra delegación cuando fue a Haití, pero esto es Haití?

¿Qué les planteábamos?

1.- Las embajadas y consulados son la República Dominicana en el exterior. En ese sentido tienen que servir a toda la dominicanidad, independientemente de sus orígenes o status.

2.-Las delegaciones diplomáticas tienen que identificarse en las comunidades donde vive la dominicanidad. Esta es nuestra dirección, estos nuestros servicios, esta nuestra empleomanía, por medio de la radio, los periódicos y los medios de comunicación locales.

3.-Y, como “nunca hay fondos”, tienen que convertirse en una centro de referencia a refugios, iglesias, y centros que apoyen a la población inmigrante en los países destino.

El Nacional

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