Por: Leandro Guzmán
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La modificación de la Constitución para establecer la Asamblea Constituyente y aumentar de cuatro a seis años el ejercicio presidencial y de los funcionarios, sin posibilidad de reelección, es una tarea que no será fácil llevar a cabo por los múltiples intereses que lesionaría. Pero, si prima ese deseo, solo hay que apelar a la misma Constitución, que establece los mecanismos para modificarla.
Los primeros en protestar serían aquellas entelequias que se denominan Partidos Políticos, formadas al vapor para incorporarse al tren gubernamental y gozar de los privilegios del Poder, entre ellos el del financiamiento millonario que anualmente les otorga la Junta Central Electoral (JCE), dinero que sale de los bolsillos de los contribuyentes. Con una Asamblea Constituyente se acabaría el relajo de que los funcionarios manejen fondos del Estado a discreción, sin ningún tipo de control, como los que se otorgan a senadores y diputados, con los famosos «barrilitos y cofrecitos».
Es por eso que siempre hemos dicho que nuestra democracia es muy débil, aunque cada cuatro años los ciudadanos voten por un determinado candidato. Pero generalmente eso sucede en medio de denuncias de irregularidades, sobre todo en las ciudades pequeñas de provincias aisladas.
La democracia es frágil, porque aquí los violadores de la Ley llevados ante la Justicia, como denunció el Jefe de la Policía, son liberados con una facilidad que asombra, especialmente cuando se trata de delitos que tienen que ver con las drogas.
No existe la democracia por la que tanta sangre se ha derramado, cuando el sistema político permite que se viole la Constitución a cada momento, sobre todo cuando se entregan a consorcios extranjeros nuestros recursos naturales, en un festival que hace aumentar las sospechas de corrupción.
Es antidemocrático que no se consulte al pueblo cuando se vayan a tomar decisiones de interés para la soberanía nacional, a lo cual estarían obligados los gobernantes cuando haya una Asamblea Constituyente representativa de todos los sectores populares, plural, democrática y nacionalista.
En el país debería formarse un Movimiento Cívico Pro-Asamblea Constituyente, compuesto por dominicanos y dominicanas dispuestos a lograrlas, única forma de garantizar verdaderamente la expresión popular.
Estamos seguros de que a cualquier gobernante le gustaría terminar su período con la entrega de grandes proyectos de construcción, los que en la mayoría de los casos no pueden terminarse en cuatro años. Es por eso que insistimos en que el período gubernamental se amplía de cuatro a seis años, sin reelección, ni del vicepresidente, ni diputados ni senadores.
Pero para eso se requiere de una Asamblea Constituyente.

