Opinión Editorial

La hora de Haití

La hora de Haití

Con el arribo ayer a Puerto Príncipe de un contingente de 400 soldados de Kenia para liderar una misión multinacional de pacificación, Haití emprende una batalla decisiva contra la violencia y la criminalidad que auspician bandas armadas responsables de mas más de ocho mil muertos en el último año.

Como tenía que ser, el gobierno dominicano ha expresado profunda satisfacción por la llegada al vecino país de ese primer grupo de policías kenianos, con lo que se cumple la resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (ONU) que autoriza la integración de una fuerza internacional para la pacificación de Haití.

El presidente de Kenia, William Ruto, definió esa misión internacional como una de las más urgentes e importantes en la historia de la solidaridad mundial, pese a que la ONU tardó más de tres años en concretizarla, tiempo durante el cual el pueblo haitiano ha estado a merced de las pandillas y de la anarquía.

Como paradoja de la vida, poco después de despegar el avión con el contingente de policías, desde el aeropuerto de Nairobi, una multitud irrumpió en la sede del Parlamento de Kenia, en protesta por una ley que crea nuevos impuestos, lo que provocó la huida de los legisladores y el incendio parcial del edificio.

Haití no va a recuperar el sosiego de la noche a la mañana, pero se reconoce que gobierno, clase política, empresarios y académicos haitianos han unificado acciones encaminadas a restablecer en lo posible el orden institucional, aun bajo el fuego de las bandas armadas.

Aunque cabecillas de grupos vandálicos gestionan dialogar con las autoridades, es previsible que los agentes policiales haitianos y kenianos confronten a esas bandas con obvio empleo de la violencia, por lo que prevalece el temor de que muchos de esos forajidos intenten huir en dirección a la frontera dominico-haitiana.`En cualquier escenario que se perfilen los acontecimientos, el gobierno dominicano tiene la obligación de garantizar la seguridad fronteriza y el control migratorio, a través de las tropas militares acantonadas en esa zona y de la Dirección General de Migración.

Como parte de la comunidad internacional, República Dominicana ha prestado siempre su mano amiga a Haití en su lucha contra la violencia y criminalidad y en sus afanes por restablecer el orden institucional, pero sin permitir que el vandalismo ni el desenfreno migratorio vulneren en lo más mínimo la integridad territorial ni el fuero soberano de esta nación.

El Nacional

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