Se veía venir que la huelga de 24 horas en 14 provincias del Cibao convocada ayer por varias organizaciones no tendría la acogida que esperan sus promotores.

Por la violencia, intimidación y otros intereses, como ocurrió con los asaltos en Licey al Medio, esos llamados encuentran siempre apoyo en el miedo.

Los líderes de la Coalición de Organizaciones Sociales, Feministas y Ambientales del Cibao tuvieron la oportunidad de fortalecer su imagen cuando el presidente Luis Abinader los recibió y les pidió deponer el llamado y dialogar sobre sus demandas.

Insistieron en una convocatoria, tal vez contando con el respaldo de los partidos de oposición y varios gremios, sin ponderar todas las condiciones.

Que empresarios y comerciantes rechazaran el movimiento era lo más normal. Pero resultó que también gremios choferiles y otras entidades se opusieron, al tiempo de sugerirles discutir sus demandas, que van desde la reducción de los precios de la canasta familiar, los combustibles y la electricidad hasta un aumento general de salarios para los empleados públicos y privados.

En diferentes barrios algunos establecimientos comerciales no abrieron en las primeras horas de la mañana y el transporte se redujo, mientras en otros las actividades eran normales. La acogida parcial del movimiento no admite, sin embargo, falsas lecturas. El Gobierno debe captar el palpitar de un sector de la población sobre la realidad social y económica del país.