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León Félix, poeta de principio a fin

León Félix, poeta de principio a fin

León Félix

Por Amable Mejía
amablemejía1@hotmail.com |
Espigadito, en ese entonces al igual que en el presente, con cien libras y algo, con la cara pequeña, los ojos inquietos y extrovertido. Después supe que se parecía a un cantante de salsa tropical dominicano radicado en Nueva York. León vivía en la calle Barahona de Villa Consuelo, en una casa de madera, con una galería de techo de dos aguas.

En mi tránsito material, si pasaba por la calle Barahona, me detenía en su casa y preguntaba por el poeta. Iba directo a su taller renacentista por un pasillo y lo encontraba tirado en una colombina leyendo, con las piernas afuera. León siempre estaba ocupado en leer. También me visitaba en un segundo nivel donde yo tenía un cuarto alquilado, de un multifamiliar que construyó un gobierno que se hacía llamar: “Gobierno que trabaja, país que progresa”.

Nos había presentado un amigo en común de CU, en 1983 y luego coincidimos en el sector de Villa Juana, donde junto con unos amigos fundamos un taller literario llamado Domingo de los Santos, un joven poeta muerto muy joven. Nos unía la amada poesía y la lectura. León era más inquieto que yo. Tenía más claro que yo el camino a seguir. Se soñaba poeta. “¡Señoras y señores, he aquí al poeta, León Félix Batista!” No es ironía, y sí lo es, quién más que él para entenderlo con las tripas. Su sentido del humor es sutil como un escarpelo.

Que a nadie le resulte extraño los logros alcanzados en poesía de León Félix Batista (LFB). A fuerza de sensibilidad, estudios. Buscó y encontró una manera de decir, qué es lo que vale en cualquier manifestación del arte, desde su primer libro, titulado, El oscuro semejante (1989).

Un día me pregunté, cuándo se hicieron más frecuentes sus publicaciones, de una poesía diferente con todos los aciertos de lo que podría llamarse modernidad o poesía actual -y un millar más de epítetos-, la manera en que evolucionó en poesía y me respondí a mí mismo, que lo primero que se necesita es sensibilidad y dedicación, pero ante todo provocación.

Es la impronta que ha acompañado al LFB en su poética mayor, en cada libro publicado, en cada premio ganado en buena lid. La poesía debe de ser una inmersión en el tiempo, lineal o circular, o como lo prefiera el autor; en León es así, un trabajador incansable, una abeja que, si se hubiese dedicado a otro trabajo, de otra naturaleza, acaso fuera rico o estuviera explotado. Pero lo tenemos como poeta neobarroco en su estirpe más pura en la creación de un buen poema.

En el vivir existe gran camino e inmenso para acercarse a la creación del poema, y ese es dejarse llevar a través de la savia de los grandes creadores, poetas, novelistas, cuentistas y el arte en general, adjunto al drama interior, que busca marcar su territorio, aportando una nueva sensibilidad (en el caso de LFB), a la vez de encontrarse cara a cara con voz, ritmo, cuerpo y sangre de la vida del tiempo vivido.

Un día cualquiera dejó las calles de Santo Domingo, las bibliotecas, los amigos y lo encaminaron a los nuevayores, en movimientos de la emigración familiar. Allá creció, se hizo el poeta que él se había soñado.

Recuerdo su primera publicación en el periódico El Nacional, relativamente joven. Sus poemas y su fotografía a todo esplendor, como se les publican ahora a los deportistas, y a otros olvidados, con el arte en general. Todavía no se consideraba tirar a la basura una página de un periódico publicando un joven valor de la literatura, excepto a los pintores. Hay que reconocerlo, con dolor, con los deportistas hay más comida.

En León se apostó y se salió ganando. Sus rugidos son diferentes a ciertos leones, ya no rugen, maúllan. Y todo gracias a la dedicación que, como poeta, LFB supo a tiempo, que a la poesía hay que ayudarla con el tiempo aprovechado. El gran aliado.

Dos ocasiones, antes de venirse a vivir a su país (es más de él que mío), por sus méritos, nos encontramos. La primera en la parte alta de la ciudad y la segunda, en una feria del libro, cuando empezaban a ser internacionales, respirando alegría por donde uno menos se imagina. Nunca. Nadie se encontrará a León de mal humor.

Es la alegría personificada, hasta para empujar. A veces creo que se fue a vivir fuera otra vez, qué digo, siempre ha vivido fuera. León siempre está en lo suyo, escribiendo. En su rincón renacentista.
El autor es escritor.

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