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Libre pensar

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Oscar López Reyes

El Gobierno, los subsidios y los precios

Acertadamente, el presidente Luis Abinader se alinea con los subsidios, y ha gastado más de 40 mil millones de pesos para auxiliar a combustibles, pan, harina, maíz y aceites comestibles, a fin de reducir el impacto de la escalada alcista gestada por la guerra entre Rusia y Ucrania.

Sin ellos, ¿imaginan ustedes por donde andarían los precios de los combustibles y la inflación? ¿se generaría un siniestro en zonas francas? ¿se pararía la reactivación turística, que genera empleos directos/indirectos y divisas? ¿y qué sería de los programas de la Red de Protección Social para socorrer a familias pobres? Su eventual suspensión ovula y acecha, inquietante, como una amenaza estatal y social.

El gobierno tratará de mantenerlos, hasta donde pueda…
Ahora, en la sierra de la visible insostenibilidad de los subsidios y la palpable crisis de reputación del sector empresarial, este tiene una oportunidad de recuperar su deteriorada imagen.

Diez son los empresarios, y diez otras unidades productivas, que en una contingencia podrán extender las manos al gobierno, como una compensación social ante múltiples necesidades insatisfechas.

Por consiguiente, los de vasta experiencia y gran capital están compelidos a lograr un mayor respeto y buena acogida de la sociedad. Numerosos de ellos implementan proyectos sociales, pero con escasa repercusión, porque el mensaje negativo aventaja. Pueden imitar a José Luis Corripio (Pepín), quien en 2017 escribió una página honrosa para la historia filantrópica: donó 100 millones de pesos a 100 entidades de interés social.

Y, con auge desde el 2011, cosecha éxito la campaña The Giving Pledges (promesas de donación), lanzada por 60 supermillonarios del mundo que han formado el Club de Filántropos, con el objetivo de traspasar en vida parte de sus grandes fortunas.

El líder de esta nueva filosofía, Bill Gates, sustenta que a los hijos no debe dejarseles toda la herencia, sino lo suficiente para vivir, y que el mejor legado a los descendientes debe ser la educación y el trabajo.

En el interés de que los hijos se labren su propio futuro y sepan lo que cuesta conseguir la riqueza, entienden que dejarles todo el dinero sería una irresponsabilidad.

La nueva tendencia es legar en vida, mediante testamentos notariales, parte de su patrimonio personal a organizaciones sin fines de lucro, como una aportación y para impactar en proyectos sociales.

Más que buscar beneficios fiscales, adquirir famas o lavar su conciencia, los acaudalados del Club de Filántropos envían un buen mensaje: que los padres deben transmitir una buena educación basada en el esfuerzo y el trabajo duro, para reducir el síndrome del niño rico y esa epidemia social llamada vagancia y delincuencia.

¿Tendremos en República Dominicana otro Club de Filántropos, que auxilie al gobierno en circunstancias de apuros…?