Opinión

Los padres dominicos

Los padres dominicos

Al inicio de la colonización de América, la orden de los dominicos revindicó su reputación de perseguidor y torturador de herejes, y desplegó una loable campaña a favor de los derechos humanos. Los religiosos más destacados fueron: Gonzalo de Oviedo, Bartolomé de las Casas y Fray Antón de Montesinos. Este último fue la primera voz de la conciencia, que se levantó poderosamente contra todo un imperio.

La orden fue fundada en 1214 por Santo Domingo de Guzmán en Toulouse (Francia). Su denominación completa es Orden de los Hermanos Predicadores. El papa Gregorio IX les encomendó la persecución de los herejes, y por su acérrima dedicación a esta tarea, pronto recibieron el sobrenombre de “Domini Canes” (Perros del Señor).

La publicación y éxito editorial del libro “Malleus Maleficarum” fue la base para las primeras grandes oleadas de caza de brujas en Europa. En el mismo, los escritores declaran (incorrectamente) que la palabra femina (mujer) es una derivación de feminus, sin fe (o infiel, o desleal).

Solo por el rumor público de practicar brujería, cientos de miles de mujeres fueron torturadas y llevadas a la hoguera,
Kramer fue llamado el martillo de las brujas, fue espantosa la crueldad del inquisidor Tomas de Torquemada y para Tomas de Aquino la mujer era solo el producto de un “semen defectuoso”.

Durante siglos los dominicos asumieron su papel con tal devoción, que no tuvieron consideración ni con sus propios hermanos, como quedó patente en la detención, tortura y ejecución de Giordano Bruno.
Contrario aestos desmanes, se levanta en el puerto de Santo Domingo una estatua en homenaje a Fray Antón de Montesinos, un humilde fraile y mártir, autor del célebre “sermón de advientos” en 1511.

“Su figura erguida, su pelo alborotado por el viento y con un gesto de manos para amplificar su voz, parece de nuevo exclamar: ‘Yo soy la voz de Cristo en el desierto de esta isla. ¿Con que derecho y conque justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre a estos indios? ¿Acaso no son hombres?
Ayer como hoy, condenar las violaciones a los derechos de un grupo racial, de indocumentados o de una minoría, conlleva un compromiso.

La Iglesia católica dirigida por el papa Francisco tiene una excelente oportunidad de hacer justicia, canonizando a Montesinos. A la par, el ADN y Turismo que declaren—con orgullo—, este monumento como distintivo de nuestra ciudad.

El Nacional

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